Bojan de estrella, Camacho de líder

No lo metí dentro del artículo del "fútbol-tensión" porque creí que merecía un post íntegro. Tampoco pretendo hacer un informe completísimo de lo que ha sido el Europeo sub-17 -para eso os linkeo el post de Hoeman, a quien le apasionan este tipo de torneos y les hace un seguimiento difícilmente superable-, sino que reflexionaré sobre lo que me ha parecido más llamativo del torneo que terminó el domingo en Bélgica.

España se presentaba con un equipo equilibradísimo, candidato a todo, con algunos futbolistas muy trabajadores y otros envidiablemente talentosos. Pero había también algunas incógnitas, centradas en el rendimiento de un Bojan Krkic muy presionado y del que se especuló hasta el último momento que podía perderse el torneo. Incluso se llegó a decir que el propio delantero del Barça no estaba especialmente motivado para una cita que ya había disputado el año anterior y que consideraba como una etapa superada, estando mucho más ilusionado con la posibilidad de incorporarse inmediatamente al primer equipo a las órdenes de un Frank Rijkaard que parece estar encantado con sus cualidades. Lo cierto es que el chico no se pronunció en ningún momento -de hecho, pocas veces se pronuncia en público, porque casi nunca le dejan-, pero sobre el campo demostró una actitud admirable apareciendo en una semifinal que parecía perdida y siendo decisivo de nuevo en el último partido. Bojan anotó en Bélgica tres goles menos que en Luxemburgo, pero se puede decir que progresó, ya que los consiguió en los encuentros más importantes y fue el jugador determinante para que España se proclamara campeona de Europa. El tanto que le metió a la anfitriona cuando el equipo estaba muerto es de futbolista prodigioso, de jugador que piensa más allá de la jugada convencional, que busca inventar atajos cuando el camino principal está cortado. Pese a aparecer poco en la mayoría de partidos -perjudicado por un marcaje férreo, porque a él le conocían todos los rivales y porque en algunas ocasiones daba la sensación de estar demasiado solo en punta-, cumplió el objetivo: marcó los goles que dieron el título. Ahora sí: etapa superada.

Pero sería injusto darle todo el mérito a Bojan. Sería irreal. El éxito nace de un rendimiento muy alto en todas las líneas. De Egea ha sido probablemente el mejor portero del torneo, igual que Rochela ha sido quizá el mejor central y Camacho el mejor medio centro. De hecho, Ignacio Camacho ha sido mucho más que eso. Ha sido el líder, un capitán de verdad -o sea, que lo ha demostrado más allá de llevar un brazalete-. El mejor jugador del torneo. Ha corrido como nadie, ha trabajado, ha recuperado balones, ha presionado, ha distribuido con acierto, se ha retrasado al puesto de central cuando las necesidades lo han requerido e incluso ha marcado un gol. Tiene pinta de convertirse pronto en un jugador de valor incalculable. No hay que precipitarse ni perder la paciencia, pero el Atlético de Madrid tiene en su cantera la solución a largo plazo a sus problemas en el doble pivote.

Ha sido éste un torneo de medias puntas. Han brillado casi todos los números 10. Eden Hazard, ya lo dijimos tras la semifinal, era el jugador diferente de Bélgica, la única fuente de inspiración. Toni Kroos debe convertirse en el relevo natural de Ballack en el Bayern, porque además de calidad tiene mucho gol. El inglés Victor Moses posee una combinación de técnica y potencia muy interesante, aunque quizá lo mejor que tiene es su facilidad en el remate desde media distancia. Incluso Ucrania nos ha brindado un enganche de talento con Artur Karnoza, un auténtico especialista a balón parado. En España, sin llegar a las cotas más altas de nivel de juego que puede alcanzar, Fran Mérida ha mostrado que es elegancia pura, clarividencia absoluta y precisión meridiana. Mientras sigan apareciendo futbolistas como estos el fútbol nos seguirá divirtiendo, por mucho que se augure su destrucción absoluta ante el auge de los entrenadores tácticos.

Esta mañana he recibido una carta de un oyente que me reprochaba -con mucho respeto- que le dedicara tanto espacio a este tipo de torneos juveniles, calificándolos como "fútbol-ficción" y argumentando que la mayoría de sus estrellas no acaban convirtiéndose en jugadores profesionales. No estoy de acuerdo con él. Si nos gusta descubrir constantemente nuevos futbolistas, no hay mejor escaparate que éste. En los últimos años, Wayne Rooney, Cesc Fàbregas y Nuri Sahin han ganado el premio al Golden Player del Europeo sub-17. Hay casos no tan espectaculares, como el de David Rodríguez, que sigue en el filial del Atlético de Madrid, pero es evidente que brillar en estos campeonatos -que son ya la antesala del profesionalismo- da muchas posibilidades de acabar llegando. Sobre todo si se tienen los pies en el suelo. Y cada vez, ante el creciente endiosamiento al que enseguida se somete al joven crack, los padres, entrenadores y educadores vigilan más este aspecto. Escuchando a Bojan, escuchando a Camacho, escuchando a Iago Falqué -magnífico zurdo que será protagonista del programa de fútbol internacional de Radio Marca el próximo viernes- da la sensación que tienen muy claro que todavía tienen mucho camino por recorrer. Que aún no han hecho nada. Con esta mentalidad, el futuro es suyo.