Largely, largely deserved

Pues eso. La victoria del Arsenal en Milán fue ampliamente merecida. Una lección de fútbol, de actitud, de valentía. De carácter. Este equipo tiene un carácter inmenso que nace de su corazón, de su núcleo, de su pareja de medios centros, Fàbregas y Flamini, los dos mejores del partido otra vez. Es un equipo ganador, que pelea y vuelve a pelear, y no para de pelear hasta que llega a su objetivo. Es la new generation de Wenger, la evolución de la máquina. Inmenso su partido en San Siro, que mereció ser sentenciado mucho antes. Borró del campo al campeón, lo dominó por completo, le dio un baño. Pero a veces con esto no basta. Tantas veces antes no había bastado. Tantas Champions League perdidas por falta de acierto en el remate. Parecía repetirse la historia, pero este equipo lo prueba todo. Y pelea, y pelea, y vuelve a pelear. Y Cesc Fàbregas, ya indiscutible símbolo de la new generation, ya icono absoluto de una forma de entender el fútbol que aúna la técnica y la garra, el talento y la agresividad, la elegancia y el carácter, decidió que este partido lo ganaba él. Y desde que agarró el balón tuvo la intención de tirar. Desde que lo controló y avanzó, desde que lo condujo y encaró, desde que levantó la cabeza y apuntó. Y luego se fue a abrazar a Wenger, un maestro, un ideólogo, un iluminado, un genio, un ser irrepetible, y rompió a llorar. Porque este gol tenía mucho sentido: eliminaba al campeón, justificaba la apuesta osada del entrenador, le daba la razón. Lo celebró aún más que ese que le marcó a la Juventus en cuartos de final en 2006. Porque ahora ya tiene veinte años, ya se siente más responsable, más capitán del barco, más líder espiritual. Luego vino la danza de Walcott con la gravedad y la elasticidad, el 0-2 para hacerlo todo aún más bonito, más memorable, para reconciliarse con la justicia, para saldar cuentas con el fútbol. Qué gran triunfo, qué gran noche. Largely, largely deserved. Salió la alineación inicial y algunos creyeron que Wenger renunciaba a su filosofía. Para nada. Puso a los más competitivos y el estilo lo marcó la doctrina. No los nombres. Defensa adelantadísima, con valentía, ¿qué más da? Aunque estuvieran Pato y Kaká, aunque jugara Senderos. ¿Senderos? Enorme. Concentradísimo, como en 2006, como en Madrid, como en Turín. Porque se habla mucho del nivel ofensivo del equipo, que quiso el balón y lo tuvo, pero en defensa todo el bloque estuvo soberbio. Anuló a Kaká, perdido en la zona de influencia de Flamini, que debió ver a Gattuso a su lado y quizá se le escapó un "Hey Genaro, here comes the new generation". Una noche de fin de ciclo en Milán, una noche que presenta a Europa el nuevo proyecto de Wenger, por si Europa no ve la Premier. ¿Qué futuro le augura el destino? Nadie lo sabe, y este juego es imprevisible. Pero, ¿para qué intentar anticiparlo? ¿Para qué preocuparse ahora por partidos que ni se han sorteado? Las victorias, y más las épicas, las históricas, hay que disfrutarlas. Con un Jameson de 12 años o con lo que sea. Sobre todo si son, como ésta, largely, largely deserved.