El fútbol que nos gusta

El fútbol que nos gusta es el que nos divierte, el que nos hechiza, el que nos hace sonreír. El que nos alegra las tardes, el que supera el aburrimiento, el que nos alimenta los sueños. El que reabre campeonatos aparentemente decididos. Como en Holanda, como en Portugal. El AZ Alkmaar le ha recortado seis puntos en ocho días al PSV Eindhoven y ha reivindicado la incertidumbre en la Eredivisie con su victoria 2-3 en el Phillips-Stadion. Louis van Gaal fue esta vez más positivo que nunca y con empate en el marcador se lanzó a por el triunfo con cambios ofensivos, terminando el partido con cuatro delanteros. Se hizo un regalo a sí mismo, pero de paso también ayudó al equipo que le convirtió en leyenda, el Ajax, que si mañana derrota al Feyenoord en el superclásico nacional se situará a sólo cinco puntos del liderato. En la hazaña del AZ sobresalió un joven belga de potencia insultante y desborde exagerado: Moussa Dembelé, un artista más que se suma a la larga lista de los que generan el fútbol que nos gusta.

El fútbol que nos gusta tiene esa capacidad de reinventarse constantemente, de sorprendernos cuando parece que todo lo hemos visto ya. Con el Sporting de Lisboa perdiendo en casa ante el Nacional de Madeira, desaprovechando la ocasión de recortarle puntos a un Oporto que había caído en su feudo ante el Estela Amadora, Paulo Bento dio entrada al uruguayo Carlos Bueno, un reputado goleador en su país que aún no se había estrenado en la Superliga portuguesa. Quedaba media hora para el final e incluso Liedson había fallado un penalti. Pero el ex de Peñarol se encontró a sí mismo y fue capaz de reafirmarse marcando cuatro goles que remontaron un partido que acabó en un 5-1 incontestable. El atacante charrúa ya no será el extranjero inadaptado cuyo fichaje es incomprendido. Ahora ha rellenado una página heroica en el libro de aventuras del fútbol que nos gusta.

El fútbol que nos gusta no mata, no confunde la pasión con la locura, no es una simple excusa para que exhiban su violencia los individuos que no han asimilado la esencia de la sociedad y la cultura. Lo que sucedió anoche en Catania no tiene nada que ver con este juego, porque este juego lo rechaza. Los culpables no son ni el balón ni las camisetas ni los goles irregulares que suben al marcador. Ellos no invitan a la agresión, porque no saben lo que es una carta-bomba. Los que no han entendido nada, los que no saben de qué trata este deporte, los que conviven con el odio feroz en el propio cuerpo no forman parte del fútbol que nos gusta.