Regreso al futuro

Final de la Champions. De nuevo Milan-Liverpool. De nuevo en una gran capital del Mediterráneo oriental. De nuevo en un estadio con pista de atletismo. El tiempo parece haber retrocedido dos años para darle al equipo de Carlo Ancelotti la oportunidad de reescribir el final de una película que acabó mal. Dijo ayer Benítez que el que marcara el primer gol esta vez tendría gran parte del partido ganado, por lo que quizá lo que no se asemeje demasiado sea el desarrollo del partido, que se espera que sea hoy mucho más cerrado. Con menos goles. Con la misma pasión.

Atenas se ha convertido en la capital anual del fútbol europeo. Se nota en varios detalles. Ya no sólo por la gran cantidad de aficionados -sobre todo ingleses- que se han desplazado hasta esta ciudad histórica, sino por las dificultades que la propia urbe está teniendo para albergarlos a todos. No hay plazas hoteleras libres en cincuenta quilómetros a la redonda y conseguir un taxi en el centro puede convertirse en una ardua tarea que requiere una hora de paciencia. A los lugares más alejados y recónditos llegan los efectos de la final de la Champions.

Cuando el encuentro empiece a las nueve menos cuarto, ya será noche cerrada en Atenas. Casi que mejor. El Estadio Olímpico impresiona más iluminado y con el cielo negro que no a la luz del día. Su graderío superior es muy vertical y asegura una visión perfecta incluso a los espectadores que se sienten en la última fila. Ayer ambos equipos ya se ejercitaron en un recinto que les acogerá con temperatura agradable, mucha humedad y cierto riesgo de lluvia intermitente.

Por lo que hace referencia a los equipos, se mantienen las dudas. Inzaghi y Gilardino se disputan un puesto en el ataque milanista, con Pippo favorito por su experiencia y su tendencia natural para marcar en las grandes citas. En el Liverpool Benítez amagó con un 4-4-2 en el que Kewell sería la sorpresa en banda izquierda -no ha jugado un solo partido de titular en todo el año debido a las lesiones-, Gerrard se ubicaría en la derecha y Kuyt-Crouch formarían la pareja de ataque. Pero podría ser una maniobra de despiste. Y es que desorientar al rival también forma parte de la estrategia en un partidazo que parece destinado a decidirse por pequeños detalles. O por la inspiración de las grandes estrellas. O sea, de Kaká y de Stevie.