Un derbi de pasión eterna

El sábado publiqué mi primer artículo en el diario Público, en el que escribiré con frecuencia a partir de ahora. Todo ello conllevará una reducción evidente del número de artículos "exclusivos" que aparezcan en este blog, aunque procuraré que de alguna forma se pueda acceder desde aquí a todo lo que escriba allí. De momento os reproduzco el que apareció el sábado, aunque de forma más extensa, ya que debido a problemas de espacio se tuvo que reducir. El partido, por cierto, terminó con empate a dos y uno de los goles del Partizán lo marcó el joven montenegrino Stevan Jovetic. Un jugador a seguir.

-------------------------------------------------------------------------------------

En Belgrado confluyen el Danubio y el Sava. Su perfecta unión a los pies de la fortaleza de Kalemegdan forma uno de los paisajes más bellos de la capital de Serbia, una ciudad cargada de historia y de pasión. Sin embargo, esa panorámica que describe la armoniosa conversión de dos cuerpos en uno solo no tiene su espejo en el fútbol de la metrópoli. Si los ríos se juntan y se aman, el Partizán y el Estrella Roja chocan y se odian, caminan separados hasta la eternidad como dos líneas paralelas. Comparten las mismas calles, pero sus colores son irreconciliables.

Belgrado ha estado ligada demasiado tiempo con la destrucción y la muerte. Pero hoy en día hay pocas ciudades en Europa tan vivas como la que fuera ciudad principal de Yugoslavia. Viva de día, con mercaderes que inundan las callejuelas irregulares desafiando las pendientes constantes de una urbe que no conoce la orografía plana. Viva de noche, con tabernas llenas hasta altas horas de la madrugada en las que se sirven bebidas típicas mientras una banda musical ameniza la velada. Viva en el deporte, donde el espíritu competitivo que suele encontrarse en el alma de todo serbio exagera la diferencia entre la victoria y la derrota.

Cualquier habitante de Belgrado, aunque no sea un fiel seguidor futbolístico, eligió en algún momento de su vida entre el Partizán y el Estrella Roja. Incluso los artistas y los escritores, que tiempo atrás se reunían en las calles bohemias de Skadarlija –hoy convertidas en reclamo turístico-, tienen su preferencia. Quizá algunos de ellos no saben que hoy se disputa el gran clásico de la ciudad, el llamado Derbi Eterno, pero se decantarán por uno u otro equipo si se lo preguntas. A día de hoy no hay gran diferencia de cariz social ni político entre ambos contendientes. La tradición familiar puede ser uno de los principales motivos para venerar una camiseta, aunque no son pocos los niños que han disgustado a sus padres prefiriendo el camino contrario.

Y es que el deporte está absolutamente presente en la vida pública. Tanto, que hay escenas que sorprenden por insólitas. En medio de los fosos del castillo hay un par de pistas de tenis de tierra batida. Y en los jardines de la fortaleza el Partizán tiene instaladas varias canchas de baloncesto, donde entrenan sus equipos de categorías inferiores. El grado de conocimiento de lo futbolístico es también muy elevado. Este verano, cuando un taxista se cruzaba con turistas de Barcelona, enseguida les preguntaba por Bojan Krkic. Ni había debutado en el primer equipo, pero su fama en Serbia es parecida a la de un crack mediático. Javier Clemente está también en boca de todos. Su nombre, pronunciado graciosamente con acento eslavo, ha quedado memorizado en la mente de la inmensa mayoría de los habitantes del país.

Así que, una vez más, hoy la ciudad quedará paralizada por la disputa de un partido de fútbol que interesa a casi todo el país. Cuentan las encuestas que un 75% de la población serbia se declara seguidora de uno de los dos equipos. La Superliga es un torneo bipolar, por mucho que el OFK, tercer equipo de Belgrado, ocupe actualmente la segunda posición. El Partizán llega al duelo con nueve puntos más que el Estrella Roja, aunque el campeón de Europa de 1991 ha jugado un partido menos. Las distracciones europeas, que en el líder han sido mucho menores al haber sido expulsado de la UEFA Cup en la ronda previa por los incidentes que sus seguidores protagonizaron ante el Zrinjski bosnio, pueden constituir una de las razones que justifican una diferencia tan importante en la tabla cuando sólo se lleva un mes y medio de competición.

El derbi de hoy es el número 131 que enfrenta a los dos grandes de Belgrado en el campeonato nacional. La rivalidad se extiende desde 1945, el año en el que fueron fundados ambos conjuntos. Mientras el Estrella Roja nacía gracias al esfuerzo de un grupo de estudiantes universitarios, el Partizán se creó bajo la tutela del ejército, pero pronto se desvinculó completamente de él. Desde entonces se han repartido la mayoría de títulos en disputa, aunque también rivalizaron con los clubes croatas en los tiempos de Yugoslavia. Además de ser el único conjunto del país que ha ganado un título europeo, el Estrella Roja también domina en el palmarés de campeonatos nacionales: tiene seis más que el Partizán, 25 por 19.

Pese a que aquel título de Bari lo consiguió con una base muy importante de jugadores de la cantera, el Crvena Zvezda –su nombre en serbio- cuenta hoy con varios futbolistas extranjeros. Los ecuatorianos Franklin Salas y Segundo Castillo, el argentino Hernán Barcos y el colombiano Mauricio Molina le dan un curioso toque latinoamericano. El Partizán, en cambio, presume de su prestigioso centro de formación, uno de los mejores de Europa. Entre sus estrellas actuales están dos jóvenes que ya han sido titulares con Clemente en la selección –Antonio Rukavina y Zoran Tosic- y el niño prodigio del fútbol montenegrino, Stevan Jovetic, ya un fijo en su club e internacional absoluto a sus 17 años. Son algunos de los nombres que hoy centrarán el interés en Belgrado.