Un clásico llamado "New Firm"

Copenhagen, ciudad cool donde las haya en Europa, posee el encanto de la modernidad serena, de la bohemia elegante, de la búsqueda constante de una armonía complicada entre el orden y la libertad. Su idiosincrasia escandinava conmueve al visitante, que se queda estupefacto ante el exotismo de su naturaleza: barquitos en los canales de calles céntricas, terrazas que ofrecen ropa de abrigo para facilitar el café al aire libre, conciertos de jazz en casi todas las esquinas, una luz misteriosa en el cielo de madrugada... Si en todas sus facetas la capital de Dinamarca nos reserva una sorpresa, en fútbol no podía ser menos. Su derbi por excelencia, el Brondby-Copenhagen, no tiene nada que ver con los clásicos del sur del continente. Pero pese a su apariencia fría, también es capaz de levantar pasiones.

Al enfrentamiento entre los dos grandes clubes de la ciudad, que vivirá este domingo su edición número 62, se le llama New Firm. El juego de palabras, que evidentemente hace referencia al Celtic-Rangers, viene a resaltar el carácter adolescente de este duelo, que no ha alcanzado aún la mayoría de edad. El primero se jugó el 9 de septiembre de 1992 y terminó con empate a uno. Y es que uno de los dos contendientes, el Futbol Club Copenhagen, se fundó aquel año como resultado de la fusión de dos de los conjuntos más laureados de la capital. Enseguida se forjó una gran rivalidad con el Brondby, el club de un pueblo casi pegado a la metrópolis, conocido como “los chicos de las afueras del oeste”. El interés por el nuevo derbi pronto alcanzó cotas inimaginables: si en un partido normal de liga apenas 20.000 personas acuden al Parken, cuando el visitante es el equipo amarillo se llenan las 41.000 localidades del estadio. Por interés y dimensión, se trata de un encuentro que supera con mucho las proporciones del fútbol danés.

El derbi de mañana se vivirá con intensidad en una de las familias más ilustres de la dinamita roja. Michael Laudrup, que fue jugador y entrenador del Brondby, tiene a su hijo Mads en las filas del eterno rival. A sus dieciocho años no es ni mucho menos un habitual, pero este verano firmó su primer contrato profesional y puede considerársele a todos los efectos integrante del primer equipo. Dilema para Michelino, que deberá elegir entre apoyar al club que le propulsó a la fama –y que ahora pelea por evitar el descenso- o al que puede hacer lo propio con la carrera de su hijo –que lucha por el título con el Midtjylland-. Corazón dividido, versión cool.