Osadía siciliana ante el tridente brasileño

Contaban orgullosos hace un par de años los hinchas del Catania cuando se dirigían imparablemente hacia el ascenso a la máxima categoría del fútbol italiano que lo más meritorio de su éxito era el origen siciliano de su arquitecto, el entrenador Pasquale Marino. Si ganar produce placer, hacerlo con gente de la casa con la que es posible sentirse identificado es aún más delicioso. Nacido en Marsala, el punto más occidental de la isla, y crecido en términos futbolísticos en numerosos equipos de la tierra –Siracusa, Messina, Ragusa, Paternò-, el técnico que era idolatrado por el Estadio Massimino poseía las virtudes más apreciadas en la ciudad del Elefantino: era siciliano por los cuatro costados y además nunca estuvo en el Palermo, el rival irreconciliable.

(Artículo aparecido en Público el 19/01/08. Pinchar en el enlace para seguir leyendo).