Una historia de porteros rusos

Vyacheslav Malafeev lleva casi toda la vida defendiendo la portería del club de su ciudad, el Zenit de San Petersburgo. Allá por 2004 parecía que se le presentaba la oportunidad de convertirse también en portero titular de Rusia. Entre una inoportuna lesión y la eclosión de Igor Akinfeev, uno de los mejores guardametas jóvenes del mundo, ese sueño se fue frustrando poco a poco. Malafeev empezó entonces a acostumbrarse a presenciar los encuentros de su equipo nacional desde el banquillo, hasta que en mayo de este año Akinfeev se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda en un partido de liga entre el CSKA y el Rostov. Su regreso a la titularidad estaba asegurado.

Pero el sábado, contra todo pronóstico, Guus Hiddink decidió apostar por otro joven arquero, Vladimir Gabulov –que ahora juega en el Kuban Krasnodar tras ser suplente de Akinfeev varios años en el CSKA-, para el importante partido de Rusia ante Macedonia. Estaban en juego tres puntos vitales, ya que en ese mismo grupo también están Croacia, Inglaterra e Israel, todas ellas con opciones de meterse en la Eurocopa. Con Rusia ganando por un ajustado 1-0, Gabulov cometió penalti en el minuto 70 y fue expulsado. El técnico holandés tuvo que recurrir entonces a Malafeev pocas horas después de relegarle a una sorprendente suplencia en favor de un casi debutante. Pero Vyacheslav sacó todo su carácter y detuvo la pena máxima lanzada por Igor Mitreski. Luego marcarían Arshavin y Kerzhakov para exagerar un resultado final (3-0) que no reflejó los apuros que pasaron los locales.

Y ahora a Malafeev le llega un premio de prestigio, pero también una enorme responsabilidad: jugar en Wembley el próximo miércoles en el trascendental Inglaterra-Rusia, casi una final para estar en Austria y Suiza. Si supera la prueba con éxito quizá se habrá reenganchado a la carrera por ser el titular de su selección a largo plazo. Justo cuando parecía tenerla perdida.