Ballack, el nombre de la vigilia

Acabo de llegar del Ernst Happel, que ya está preparado para la final y en cuyos alrededores coinciden vieneses curiosos, aficionados que quieren inspeccionar el terreno, revendedores para los que este espectáculo sólo es un negocio e hinchas sin suerte que dudan entre caer en la tentación y jugar con el riesgo o tener que conformarse con la pantalla gigante de la Fanzone. Sesión de entrenamientos previos y de ruedas de prensa, montones de periodistas sentados ante Löw y Hitzlsperger, nombres raros que quizá nunca habían oído hasta hace unas semanas. Controles de seguridad y advertencias de los organizadores, escrupulosos para que cada medio cumpla con las acreditaciones asignadas, que a todo el mundo le parecen pocas. Y una tarde austriaca preciosa, soleada, extrañamente sin riesgo de lluvia, ideal para el último paseo por el Prater con souvenirs en una mano y un helado de plátano y fresa en la otra.

Y Ballack. Sólo Ballack. Una dolencia en el gemelo, surgida no se sabe cómo, ha sido mantenida en silencio durante los últimos días, pero ha saltado a la luz pública ante la ausencia del centrocampista del Chelsea en el entrenamiento oficial. Participación muy complicada, pero no descartada según Löw, que apagó los rumores sobre una ausencia segura difundidos por una emisora local. Y todas las preguntas sobre el mismo asunto: ¿cuántas opciones tiene de jugar?, ¿cómo se hizo daño?, ¿quién le va a sustituir?, ¿habrá cambio de sistema?, ¿está Borowski preparado para asumir su rol?, ¿cómo está anímicamente el jugador?, ¿se retirará después de este campeonato?. Y nada más, salvo la extraña pregunta de un periodista aparentemente austriaco que le planteó al seleccionador alemán una cuestión casi metafísica: ¿supone ganar mañana cerrar un círculo teniendo en cuenta que en el pasado entrenó en Viena?

Löw no contestó a lo más importante: quién va a jugar si Ballack no se recupera. Hay muchas opciones. La que mantendría el esquema intacto sería apostar por Tim Borowski, quizá el futbolista más parecido en la convocatoria de 23. Pero sale de una temporada en la que casi no ha jugado, y de un campeonato en el que prácticamente no ha participado. Otra vía, más defensiva: pasar a Hitzlsperger a la izquierda, apostar por un doble pivote Frings-Rolfes y devolver a Podolski a la delantera. La solución más ofensiva: optar por un 4-4-2 con Podolski en la izquierda y Gómez acompañando a Klose. Y una un poco extraña: Schweinsteiger de media punta y Fritz en la derecha. ¿Por cuál apuesto yo? Por la primera, la de Borowski. De cara a una final hay que hacer los mínimos cambios posibles. No es terreno para la improvisación.

¿Cómo será el partido? Imagino a España con más posesión y a una defensa alemana adelantada, con todo el equipo muy junto, con los todocampistas basculando mucho, recorriendo metros, reduciendo espacios, con la idea de provocar cortocircuitos en el juego de toque del rival. Y atacando rápido tras recuperación, sin perder tiempo, con enorme verticalidad, intentando repetir la jugada Podolski-Schweini, con Klose jugando al despiste cayendo a tres cuartos. Un partido parejo, mucho más difícil que la semifinal, porque Alemania acumula mucha más gente en la zona central. Pero con favoritismo español: habrá cuatro pasadores excelsos muy capacitados para inventar un pase al espacio, para invitar a Torres a la carrera de la redención. El nivel defensivo de España ha sido muy alto hasta ahora, con Marchena postulándose como central del campeonato y con Senna reclamando el título de mejor jugador. Da la sensación que el equipo de Luis debería hacer más daño al de Löw que el de Löw al de Luis.

Los 23 de Alemania, uno a uno