Tu debut soñado, pantera roja...

Una noche para reconciliarse con los amistosos. ¡Qué dura había sido la tarde! Alemania-Bielorrusia, un partido que iba para 9-0 a los veinte minutos. Superioridad insultante, sin dominio de balón, porque el equipo de Löw no juega a eso, pero con una diferencia de calidad abrumadora y con síntomas de bloque muy trabajado. Terminó 2-2 tras el alarmante descenso de la tensión competitiva. Y una sensación de desperdicio: ¿qué queremos analizar en estos ensayos, carentes de espíritu? Si hubiese sido un octavo de final de un Mundial, que nadie dude que Alemania habría goleado. Pero no lo era, y Bulyga tuvo su momento de gloria: dos golitos para el delantero de Luch Energia, que debió cruzar medio mundo para jugar el partido. De Vladivostok a Kaiserslautern. Digo golitos porque no fueron golazos. Mucho más pudo hacer Jens Lehmann. Las cámaras buscaron a Robert Enke en el banquillo, pero yo pensaba en René Adler.

Empezó luego el Austria-Nigeria. Once inicial del equipo centroeuropeo plagado de futbolistas anónimos. Titular Roman Kienast, que el año pasado jugaba en segunda división noruega. Ascendió y ahora en primera no ha logrado estrenarse aún. Luego marcó el 1-0, pero es alucinante la pobreza de futbolistas de uno de los dos anfitriones. Aunque, todo sea dicho, Linz me gusta. Bastante, además. Qué gran taconazo dio en el gol. Luego, descoordinación defensiva y empate. La zaga no termina de ajustarse, y eso que con Proedl-Stranzl-Pogatetz debería ser la línea más solvente. En fin, se llegó al descanso y el espectáculo animaba a cambiar de canal.

Y cambié. Y me puse Francia-Ecuador. Gomis suplente. Esperaré. Pacientemente. Me iré a cenar y cuando vuelva asistiré a su gran noche, la del debut. Su oportunidad para entrar en la lista de mañana. Llego algo tarde, ya van diez minutos y L'Équipe me cuenta que ya ha hecho cositas de mérito. Buena señal. Lo que vino después me instaló en un estado de excitación sin precedentes en partidos amistosos. O sí, quizá sólo equiparable al baño de Japón a Alemania antes del Mundial 2006. Da igual. Control de espaldas, recorte, chupinazo a la escuadra. Ooooh, golazo. Después, todo bien: aperturas a banda, balones ganados por arriba, asistencia en profundidad a Nasri... Hubo un momento en el que me di cuenta de que la Francia que estaba jugando me gustaba más que la que probablemente sea titular. Con Bafé, con Samir, con Ben Arfa, con Flamini... Pero el show no había terminado. Anelka centra al punto de penalti y emerge la pantera verde, hoy disfrazada de rojo, para rematar de media tijera. Antológico. Bestial. Al nivel de lo que estábamos esperando, al nivel de la gran promesa en cuestión de delanteros centros del fútbol europeo. ¿Suficiente para estar mañana en la lista de 23? Debería serlo. Pero Domenech es tan raro...