Ofrece Sid Lowe en World Soccer una interesante visión externa -pero con conocimiento de causa, ya que vive en Madrid- de la filosofía futbolística que impera en España: "El complejo de superioridad de España es sólo alcanzado por su complejo de inferioridad. Ellos están convencidos de que usan el balón mejor que nadie, que equipos como Inglaterra carecen de sutilidad y que a otros como Italia les falta belleza. Hay un sentimiento de que cualquier victoria que no se consiga con una limpia circulación del balón es ilegítima, pero están igualmente convencidos de que el destino o alguna trama oculta conspirará contra ellos". No quiero abrir un debate sobre la mentalidad con la que se afrontan los campeonatos. Lo que me parece más interesante de este párrafo es la obsesión por el toque que subraya Lowe. Algo muy presente en todas las tertulias, pero también en la calle. Y en este Mundial, el fútbol de posesión parece que cobrará su máxima expresión en los encuentros de España. Al menos en la primera fase. Pues los dos grandes rivales del grupo, los que a priori deben pelear por el segundo puesto, Ucrania y Túnez, son equipos más bien contragolpeadores, que se cierran atrás, presionan mucho y lanzan balones largos a sus delanteros rápidos y móviles. Será una lucha para desarmar murallas, para perforar muros. Con paciencia, con pase, con desborde. O sea, con buen gusto.
España: Lo dije de Francia, lo dije de Argentina y lo debo decir también de España. Llegar al campeonato sin tener claro el once y el sistema es una desventaja. El equipo no está rodado, los automatismos no se han practicado. Hay talento para mover el balón, seguro. Pocos equipos pueden presentar a cuatro centrocampistas tan dotados para la distribución en su lista de convocados -Cesc, Iniesta, Xavi Hernández y Xabi Alonso-. Pero falta gol. Y la mejor manera de intentar solucionarlo no parece, a priori, alejar al máximo artillero nacional, David Villa, de las posiciones de remate. El centro de la defensa no ofrece dudas. Tampoco el portero, aunque pueda haber debate. Los laterales no chirrían. Pero, ¿está equilibrado el equipo? La obsesión por el toque que comentábamos más arriba ha derivado en una campaña terrorífica en contra del mejor medio centro defensivo del país, David Albelda, que empezará el torneo en el banquillo. Un pivote que mantenga la posición, que sepa hacer la falta táctica y que sea agresivo siempre es necesario. También contra equipos que se echan atrás, pues puede frenar sus contragolpes. El problema goleador ha generado otros debates. Uno, alrededor de la gran figura de esta generación, Raúl González, un futbolista que ha demostrado que se crece en las grandes citas y que aporta, además de su llegada, un gran valor añadido. Todo equipo necesita un símbolo, un líder, y el único que puede representar ese papel es Raúl. Si juega de entrada o se queda en el banquillo no es tan importante. Es un recurso. Y no hay que magnificar su suplencia. La segunda discusión se llama Fernando Torres. Para algunos es el crack de nivel mundial que España estaba esperando. Para otros, un jugador con buenas condiciones pero excesivamente fallón en el remate. Este Mundial puede decantar la balanza. Y mientras las tertulias sigan pronunciando estos nombres, el balón entrará en juego y será el momento de competir. Con opciones de llegar lejos. Con menos que las grandes favoritas, pero con más que la gran mayoría.
Ucrania: Dos actuaciones impecables en defensa con una efectividad enorme al contragolpe en Turquía y en Grecia cimentaron la primera clasificación ucraniana para un gran torneo. Y con el mismo guión, agarrados a su estrella planetaria Andrej Shevchenko, los hombres de Oleg Blokhin querrán hacer historia en el Mundial. Tienen problemas en los laterales. El derecho, de entrada, no existe. No hay uno solo de nivel en todo el país. Y el seleccionador se limita a ir probando opciones, reconvirtiendo a centrales o hasta centrocampistas. En el izquierdo está Nesmachnyi, que como mucho es correcto. Mejor es el central Rusol, una de las revelaciones en la fase previa. El pivote Anatoliy Tymoshchuk es fundamental apoyando el trabajo de la última línea, algo en lo que también colabora el experimentado Andrii Husin, que se incorpora más al ataque. Husiev es casi fijo en banda derecha, mientras que en la izquierda hay más dudas. Ruslan Rotan es la opción más creativa, pero Nazarenko y Kalinichenko también compiten por el puesto y aportan mayor presión. Voronin, dinámico e incansable, es el acompañante habitual de Sheva, el crack que se puede crear ocasiones sin necesidad de asociarse con nadie. Una plaza en octavos de final es factible, pero mucho más sería una sorpresa.
Túnez: Roger Lemerre convirtió a las "Águilas de Cartago" en campeonas de África en 2004. Lo consiguió, además de aprovechando su condición de anfitrionas, dotando al equipo de un sentido táctico a la europea que canalizara su habitual calidad técnica. La estrategia está clara: tres medios centros agresivos que presionan al rival desde el primer minuto y que en cuanto recuperan la posesión del balón se lo entregan al volante ofensivo, que tiene la misión de contactar con los dos delanteros: el incordiador Ziad Jaziri y el más efectivo Francileudo Dos Santos. Les falta, sin embargo, pegada. Dominan el juego aéreo gracias a su central Jaidi, que es lento y puede representar un chollo para los Villa, Torres o Shevchenko. Karim Hagui lo compensa: es uno de los defensas más completos que ha dado el continente africano en los últimos tiempos. El portero es un punto débil que no hay forma de solucionar. Aunque la prensa local pide que se dé la alternativa a Kasraoui, el poco fiable Boumnijel sigue siendo el titular debido a su experiencia. El objetivo es conseguir el pase a la segunda ronda y para ello será decisivo el partido de la última jornada contra Ucrania.
Arabia Saudí: La inestabilidad sigue presidiendo el fútbol saudí. Se cargaron a Calderón tras conseguir la clasificación por el Mundial ganando dos veces a Corea y recurrieron a un brasileño, Marcos Paquetá, para intentar repetir el milagroso acceso a segunda ronda de 1994. Pero no hay muchos recursos para conseguirlo. Y menos después de que hoy se haya confirmado la baja de Mohammed Al-Anbar, el joven media punta apodado "el Ronaldinho saudí". El mejor jugador asiático del año, Hamad Al-Montashari, es el jefe de una defensa aún muy verde para las grandes citas. Knorr, otra pieza clave del mejor club del continente, el Al-Ittihad, es un futbolista con multitud de recursos en un centro del campo donde destaca Al-Shloub, un zurdo con gran disparo y capacidad para desbordad. Arriba, el mito Al-Jabber se compenetra bien con el jugador que más dinero ha costado nunca en la liga saudí, Yasser Al-Qahtani. Las opciones de progresar más allá de la fase de grupos son escasas.