Aunque
José Mourinho luego añadió que el triunfo de su equipo fue corto, ambos entrenadores coincidieron en señalar que el factor desequilibrante del Chelsea-Barça de ayer fue el golazo de Didier Drogba. El marfileño está jugando esta temporada a un nivel altísimo y ya nos había brindado una maniobra parecida en el duelo ante el Liverpool de la presente Premier League.
Figura controvertida, futbolista adorado y criticado, el ídolo de Abidján ha recorrido una trayectoria muy particular que le ha llevado a pasar de ser suplente de un equipo de la segunda división francesa a decidir el gran clásico contemporáneo del fútbol europeo... en sólo cinco años.
Mi primer recuerdo de Didier Drogba se remonta a la temporada 2002-2003. Por aquel entonces ya había dejado atrás su triste paso por el Le Mans, con el que conoció muchos banquillos de la entonces llamada Division 2. Eran tiempos en los que el fútbol no era una prioridad, en los que las distracciones nocturnas amenazaban con echar a perder la prometedora carrera de un joven talentoso pero nada centrado. Como tantos otros. Tuvo una buena racha y el Guingamp se fijó en él en el mercado invernal en un intento desesperado de que sus goles le ayudaran a permanecer en la máxima categoría. Consiguió el objetivo y Drogba supo que aquella era su gran oportunidad. Quizá la última. Tenía 24 años y se le brindaba la ocasión de empezar una temporada en un equipo de primera. Abandonó viejos vicios y se dedicó a jugar. Y empezó a marcar. Por aquel entonces goleaba en el Rennes Frédéric Piquionné, el hoy delantero del Saint-Etienne, que estaba firmando también una gran temporada. Ese es mi primer recuerdo de Drogba: hay dos delanteros negros, altos, fuertes, con el pelo largo, técnicamente buenos, que juegan en equipos bretones y que marcan muchos goles.
Mi segundo recuerdo de Didier Drogba se remonta al verano de 2003. El marfileño había marcado 17 goles y, junto a Florent Malouda, había metido al Guingamp en la Intertoto con un espectacular 1-4 en Lyon en la última jornada. Era ya un futbolista mediático en Francia. Pero sólo en Francia. Navegando por internet, atraído por el fenomenal final de campaña del pequeño club bretón, encontré
un vídeo espectacular, un montaje musical con los mejores momentos del equipo a lo largo del año. Descubrí entonces al cantante Patrice y su "Shine on my way", que quedaba tan bien de fondo con las celebraciones de Drogba. Se lo mostré a mis amigos, un poco por el jugador, un poco por la canción, un mucho por la excelente combinación. Incluso a alguno le gastamos la broma de contarle que el propio futbolista era el compositor de aquella pieza. Claro, tenía pinta de cantante de reggae. ¿Y quién iba a conocerle?
Mi tercer recuerdo de Didier Drogba se prolonga a lo largo de toda la temporada 2003-2004. La de su explosión. Aquel maravilloso año de Marsella. Cuando nos enteramos de que el OM, el club más importante de Francia, el gran favorito en las apuestas para ganar la liga que empezaba -lo decían los entrenadores de primera división, que también se equivocan-, había fichado a nuestro icono musical, prometimos seguirle de cerca. A los menos futboleros se les olvidaría en seguida, pero Drogba dejó de ser pronto un ídolo de minorías. Se dio a conocer a nivel europeo con un hat-trick al Partizán en la primera jornada de la Champions. Y ya no paró. Goles y goles y más goles. 18 tantos en liga, 34 si sumamos todas las competiciones. Una barbaridad. Llegó a la final de la UEFA, aquella que el Marsella perdió contra el Valencia en Göteborg tras una trayectoria inmaculada. De hecho, mi tercer recuerdo de Drogba podría ser un bar de Carcassone en el que, rodeado de hinchas del OM, presencié la victoria ante el Inter con un gol suyo. ¿De quién, si no?
Mi cuarto recuerdo de Didier Drogba son sus dos primeros años en el Chelsea. Dicen que Abrahamovic quedó prendado de él en la semifinal de UEFA contra el Newcastle. Se convirtió en su objetivo número uno. También le gustaba a Mourinho, que le comparó con Thierry Henry. Pagaron por él 36 millones de euros y la prensa inglesa, que en su gran mayoría no se dedica precisamente a seguir la Ligue 1, se escandalizó. ¿36 millones por quién? El marfileño tuvo que soportar ese peso en sus dos primeras temporadas. Sus cifras goleadoras no parecían justificar esa cantidad, aunque si se analizan fríamente fueron más que aceptables. Entre lesiones y rotaciones, jugó como titular sólo la mitad de los partidos, por lo que 10 y 12 tantos no es ninguna calamidad. Pero se esperaba más de él. ¿Cómo se atrevían ciertos medios a enfrentarle a Samuel Eto'o como gran estrella africana? ¡Pero si no había color! Ni los éxitos con Costa de Marfil convencieron a los ingleses. Además el chico era un tramposo, que se tiraba, que festejaba los goles provocando... ¿Se venía abajo la figura del cantante de reggae goleador?
Mi quinto recuerdo de Didier Drogba es su actual venganza. Su reivindicación. Su estrellato. Su recuperación del nivel que mostró en Guingamp y en Marsella. Lo ha trasladado ahora a Stamford Bridge. Pronto, los más críticos se darán cuenta de que aquellos balones que parece que se lleve por fortuna forman parte de su estilo de juego. De sus movimientos extrañísimos. Es una rara habilidad. Y cuando empiece a asumir su nuevo papel de ídolo, su rendimiento crecerá. Siempre ha sido así a lo largo de un camino duro pero brillante.