jueves, noviembre 30, 2006

El KO del Arsenal en Fulham

Probablemente, el Arsenal se alejó definitivamente de la lucha por el título anoche en Craven Cottage. En uno de los partidos más flojos del equipo en toda la era Wenger -aunque el técnico dijo no mostrarse disgustado con el juego-, el Fulham aprovechó la inocencia defensiva gunner para ponerse 2-0 arriba a los 18 minutos. Demasiada desventaja para que la remontara un equipo al que le está costando horrores voltear resultados adversos. El técnico francés había sacado uno de sus onces más extraños que se le recuerdan: Flamini volvió al lateral izquierdo, Hoyte apareció de repente en la derecha, Alex Song pasó del anonimato a la titularidad y Cesc Fàbregas fue reservado en el banquillo. Ljungberb, Eboué y Clichy no entraron ni en la convocatoria tras jugar los noventa minutos en Bolton. Parecía evidente que la mente estaba más puesta en el derbi ante el Tottenham del sábado que en la batalla ante el Fulham, al fin y al cabo igualmente importante a efectos prácticos dadas las urgencias por el retraso en la clasificación. Cuando el Arsenal quiso darse cuenta ya perdía 2-0. Y ni el golazo de van Persie sirvió para propiciar la reacción. El equipo mejoró cuando entró Cesc tras el descanso -el cameo de Song fue especialmente desafortunado- y tuvo mayor profundidad con el ingreso de Walcott, pero sigue adoleciendo del mal momento de un Henry que está lejos de su máximo nivel. También está pagando el no haber encontrado un relevo de garantías tras la marcha de Pires, un futbolista que producía entre goles y asistencias cerca de 30 tantos cada temporada en sus mejores años. Rosicky y Hleb, que vendrían a representar el mismo perfil, quizá no lleguen entre ambos ni a la mitad de esa cifra. Ahora que ya no está se aprecia en una mayor dimensión la importancia del ex centrocampista del Metz y el Marsella en los éxitos gunners más recientes.

Pero lo peor que podría hacer el Arsenal sería deprimirse. No hay tiempo para ello. En los próximos diez días le espera un tour de force que puede resucitar la temporada o dejarla prácticamente destrozada. Derbi del norte de Londres el sábado, final a vida o muerte en Oporto el miércoles, choque de altos vuelos en Stamford Bridge el domingo siguiente. Mal momento para venirse abajo y acertada filosofía la de Wenger: mejor ni hacer cálculos sobre las opciones de título y concentrarse en el próximo encuentro. Y después del Chelsea, hablamos de nuevo.

miércoles, noviembre 29, 2006

Un Milan con bandas

La victoria del Milan 1-2 anoche en Brescia (triunfo global 6-3) sirvió básicamente para dos cosas: la primera, para desbloquear a Ricardo Oliveira, que por fin marcó su segundo gol de la temporada tras estrenarse en el primer partido de liga; la segunda, para que Ancelotti ensayara con un nuevo sistema táctico, un 4-4-2 con una línea en el centro del campo bien definida y que permitía ocupar las bandas. Quizá lo hiciera pensando seriamente en apostar por el nuevo módulo en la Serie A o simplemente porque al reservar a Kaká nadie tiene las mismas características como para jugar de enganche por delante del trivote. Fuera por lo que fuera, vimos a un equipo más compacto, que cerraba más espacios cuando el rival iniciaba la jugada de ataque -obvio, defendía con uno más- y que además se mostró especialmente peligroso por los costados. En la primera parte, que es cuando más fútbol hubo -hasta que la eliminatoria quedó sentenciada-, las situaciones de dos contra uno se sucedieron, tanto por la izquierda con las asociaciones Antonelli-Jankulovski como sobretodo por la derecha, con la interesante pareja Bonera-Gourcuff. Incluso en alguna ocasión el móvil y voluntarioso Borriello se dejaba caer cerca de la banda por donde circulaba el balón y los hombres de Ancelotti tenían entonces a hasta tres jugadores para desbordar a un Brescia absolutamente desarmado. Hablando del joven lateral zurdo del Primavera (19 años), se le vio subir con confianza y entregando el balón con criterio, aunque en el tanto del Brescia fue superado mostrando una alarmante falta de velocidad.

El buen resultado del experimento tampoco debería llevar a la euforia, pues el triunfo y la buena prestación llegó contra un equipo de la zona media de la Serie B y que además alineó a varios jóvenes -bastante interesante el joven Marek Hamsik, autor del único gol local-. Pero para reforzar la moral, los milanistas se repiten que llevan ya dos victorias consecutivas y esperan seguir recuperando posiciones en el torneo liguero. Sin olvidar que, en un año en el que no pueden optar al título, intentar ganar la Coppa no sería mala idea.

martes, noviembre 28, 2006

Mi camiseta de Spinesi


Mi amigo Marc vivió el año pasado en Catania. Quizá por su culpa, el sexto puesto que ocupa el conjunto de la segunda ciudad siciliana en la Serie A no me ha sorprendido en exceso. Le cogió cariño al equipo, y ya se sabe como somos todos los hinchas: nuestros clubes están llenos de cracks. Incluso me comparó a Mascara con Ronaldinho, por lo que su golazo en San Siro ante el Inter me pareció normal. Marc no comprende que yo simpatice tanto con el Palermo, el gran rival del Catania, y también le disgusta que la vez que más se ha hablado de su escuadra italiana esta temporada haya sido al recibir un 7-0 en Roma.

Pero lo que está consiguiendo Pasquale Marino, un técnico de la isla, es realmente impresionante. Hasta ahora ha sumado los mismos puntos que el Milan de Ancelotti -¡sin contar la sanción!-, lo que habla muy mal del entrenador rossonero y muy bien del estratega de Marsala. Los refuerzos de verano no fueron espectaculares: Mark Edusei (Torino), Giuseppe Colucci (Livorno), Giorgio Corona (Catanzaro)... El bloque del ascenso tenía ante sí el reto de conseguir la permanencia en la Serie A tras 23 años de ausencia en la máxima categoría. Y lejos de asustarse, Marino ha seguido apostando por su 4-3-3. Junto a Mascara y Spinesi, el refuerzo Corona, que sustituye a un De Zerbi que fichó por el Napoli. El tridente mágico con el que sueña la ciudad del elefante y el volcán no se ha podido ver todo lo que la hinchada desearía, pues a Mascarinho le han expulsado ya en tres ocasiones.

Mi amigo Marc defiende al ídolo local, fantasista prodigioso, siciliano comprometido nacido en Caltagirone, provincia de Catania. La afición le adora y le perdona, por mucho que nosotros, lejanos a la causa, pensemos que es un irresponsable. Es el lado sentimental del fútbol, el que va más allá de lo productivo. Quizá Marc no le censure porque tiene en su casa una camiseta con su nombre, con las letras blancas sobre el fondo rojo y azul, donde pone Mascara. Yo estuve dudando, y aunque tanto él como su compañero de piso, tiffoso convencido, me recomendaran que hiciese lo mismo, acabé decantándome por la de Spinesi. A mi siempre me han tirado los goleadores. Así que, tras pasear por algunas calles encantadoramente sucias, tras tomarme algún que otro refresco de limón en los quioscos que abundan por las avenidas, tras elegir en el mercado de pescado los ingredientes del festín, tras cerrar algún que otro local nocturno mezclando chupitos de ron y pera, me quedé con la zamarra de Spinesi. Y siempre que marca, como este domingo ante el Parma, sexto gol ya en el campeonato, me acuerdo de un póster con su rostro colgado en el salón de un piso de la calle Vittorio Emanuelle de Catania.

lunes, noviembre 27, 2006

Dónde hay pelea y dónde no

Domingo clarificador. Los dos partidazos que enfrentaban en Inglaterra e Italia al primero con el segundo nos permiten sacar conclusiones importantes de cara al futuro de ambos campeonatos. Mientras en la Premier Manchester United y Chelsea libraron una batalla igualada que hace pensar en una larga disputa por el título, el Inter ganó con relativa comodidad al Palermo en el Renzo Barberá y mostró la diferencia de potencial que hay entre un equipo y el otro. Si la Serie A mantiene la emoción hasta el final será más por la Roma que por el equipo siciliano, cuyo objetivo básico debe ser asegurar un puesto en la próxima Champions League.

En Old Trafford estaban todos. Los dos grandes candidatos al título inglés sacaron su mejor once posible a juicio de sus técnicos, con Mourinho dándole definitivamente la titularidad a Geremi en el lateral derecho. El partido, lejos de ser enormemente vistoso -hubo pocas oportunidades-, sí tuvo la intensidad y la categoría de los duelos entre equipos grandes. Cristiano Ronaldo y Ashley Cole se midieron en un nuevo capítulo de un duelo por entregas que empieza a convertirse en un clásico del fútbol contemporáneo, y esta vez el portugués puede considerarse el ganador. En términos generales, la primera parte fue del United, que echó atrás a un Chelsea al que una vez más le costó mucho crear peligro jugando con esos cuatro centrocampistas centrales. Michael Carrick cuajó un excelente encuentro, dirigiendo el fútbol de los red devils y aportando equilibrio en todo momento. Louis Saha anotó el 1-0 con un disparo preciso con esa zurda que representa su activo más valioso, aprovechando el escaso espacio que le dejó Ricardo Carvalho. Luego ambos se reencontrarían en la portería contraria intercambiándose los papeles. Mou decidió pasar al 4-3-3 tras el descanso y el Chelsea mejoró. Sobretodo Lampard, liberado de las cadenas de la banda izquierda, que empezó a llegar y a disparar como nos tiene acostumbrados. En un córner cabeceado por el central portugués el equipo londinense encontró un empate que posiblemente mereció, y los minutos siguientes fueron los más abiertos del choque, con el United buscando el segundo gol y con los blues manteniendo arriba a tres hombres netamente ofensivos. Luego volvieron las precauciones, bajó el ritmo y el partido terminó en empate, pero la pelea entre United y Chelsea no ha hecho nada más que empezar.

Qué distinto fue lo de Palermo. Es cierto que no estaban ni Simplicio ni Di Michele, los puntales rosaneros junto a Corini y Amauri. Pero el equipo de Guidolin pareció estar muy lejos de su rival, siendo incapaz de crear peligro salvo en dos remates aislados. Uno fue el empate del delantero brasileño y el otro un cabezazo al poste del desasistido Caracciolo. Pero un 2-2 habría sido injusto con la imagen de dominio y control que transmitió un Inter que de nuevo convenció con su planteamiento con trivote y enganche. Esa línea del centro del campo ahoga por completo al rival y le impide penetrar en la zona de peligro, al mismo tiempo que le garantiza una salida rápida y con criterio. Adriano estuvo especialmente inspirado y asistió en ambos goles a Ibrahimovic y Vieira, aunque en el primero casi toda la responsabilidad fue de un hoy desacertado Fontana. La lesión de Amauri, quizá el único arma del Palermo por su capacidad para fabricarse él solo las jugadas, acabó de condenar a la escuadra de Guidolin. El propio técnico aceptó al final que los seis puntos que hay ahora entre el Inter y su equipo reflejan una jerarquía lógica. A todos nos encantaría ver una pugna entre un gigante del Norte y un modesto del Sur hasta el final, pero probablemente ese sueño haya empezado a evaporarse este domingo.

viernes, noviembre 24, 2006

Desastre vigués en Newcastle

Encuadrado en el grupo más complicado de toda la liguilla de la UEFA Cup, el Celta está haciendo méritos para caer eliminado. Probablemente deba pasar por nivel global, pero los puntos que se está dejando de forma sorprendente pueden condenarle a abandonar la competición europea. Empatar en casa ante el Eintracht en el partido más asequible de los cuatro ya fue un tropiezo sonado, y quizá más lo haya sido perder hoy ante el peor Newcastle que uno ha visto en los años que lleva siguiendo la Premier. Con un Luque al que le está afectando la inactividad -estuvo muy desacertado-, con un Emre que no se parece ni a la sombra del que en su día mereció el apodo del "Maradona turco", con un Butt lentísimo, con un N'Zogbia más que torpe -¿sólo aporta a balón parado?-, con un Ramage cuya titularidad en un equipo de Premier es una incógnita difícil de explicar y con un Bramble que ha coleccionado el mayor número de errores de un defensa en las últimas temporadas en el fútbol inglés... ¡Con todos ellos el Newcaslte le ha ganado al Celta! Y lo peor de todo es que con 0-1 en el marcador, incluso con 1-1, se veía claramente que el equipo de Fernando Vázquez era superior y que moviendo el balón volvía loco al rival. Y entre la falta de ambición -pareció conformarse con un empate que le valía de muy poco- y la fragilidad defensiva -los dos goles llegan en dos balones aéreos que las urracas ganaron por fuerza- tiró por la borda todo lo que había construido ese gran zurdazo de Canobbio. Aunque, también hay que decirlo, el equipo inglés mejoró con la entrada de Scott Parker. Ahora los vigueses están obligados a ganar los dos últimos encuentros, pero quizá les beneficie esa tendencia creciente del Palermo por tirar la UEFA a la basura -¿álguien conocía a los hoy titulares Tafuri, Ficano y Cossentino?-.

jueves, noviembre 23, 2006

El Chelsea no se dejó ganar

Lo digo porque mientras ojeaba la prensa esta mañana en mi habitual desayuno me ha parecido que algún periódico lo insinuaba con cierta maldad. Visto íntegramente el partido de anoche -con el del Barça al lado- y revisado de nuevo hoy con el amplio resumen de diez minutos de uefa.com, es imposible afirmar con una mínima intención de objetividad que el equipo de Mourinho quiso perder el partido. Con empate a cero tuvo dos ocasiones claras para adelantarse en el marcador -fue el primer equipo que llegó a portería contraria- y con 1-0 dispuso hasta de cinco buenas oportunidades -algunas de ellas no entraron por muy poco- de igualar el partido. Incluso los cambios, dando entrada a Shevchenko y a Robben -y eso que el domingo visita al Manchester United en Old Trafford-, dejaron clara la intención "blue" de asegurarse el primer puesto en el encuentro de ayer. La suplencia del ucraniano hay que entenderla como una rotación lógica -es habitual que Mou dé descanso a uno de los titulares en el partido previo a una gran cita- y la anticipación de Mertesacker a Ballack como un lance que observamos constantemente en cualquier partido de fútbol. Incluso en los del Chelsea: Dawson y Pogatetz ya les ganaron batallas aéreas a sus marcadores londinenses para anotar en las dos anteriores derrotas de la presente temporada, en Middlesbrough y en White Hart Lane, donde a nadie se le ocurrió cuestionar la profesionalidad de ningún futbolista. Y es que es mucho más sencillo que esto: si no se quiere empatar ya ni se intenta, ya ni se llega, ya ni se encierra al contrario en su área en un acoso manifiesto.

Tenemos pues una gran final el día 5 de diciembre, un apasionante Barça-Bremen que representará el primer gran plato fuerte de la presente edición de la Champions. Superado el previsible trámite de Sofía -bastó con una subida de Zambrotta por la banda para que Giuly se encontrara sin marca en posición de remate-, el equipo de Rijkaard es el favorito para acceder a los octavos de final. En un campo con tantos espacios como el Camp Nou, con pasadores excelsos como Deco o Iniesta y con atacantes veloces como el extremo francés, los dos centrales del Bremen deben sufrir mucho. Demasiado como para no pensar que les deben caer como mínimo dos goles. Es obvio que el ataque obsesivo del Werder -increíble el cambio de anoche de Schaff, que ganando retiró a Daniel Jensen para dar entrada a Aaron Hunt- también puede crear mucho peligro ante una defensa blaugrana algo insegura esta temporada, pero en el intercambio de golpes el favorito es el actual campeón de Europa, que es un equipo más completo en términos generales.

miércoles, noviembre 22, 2006

Zurdo oriental, delirio católico

Lo que nunca pudo conseguir con Martin O'Neill lo ha logrado el Celtic esta noche de la mano de Gordon Strachan. O quizá, para ser más precisos, del pie izquierdo de Shunzuke Nakamura y de los guantes de Artur Boruc. El japonés, uno de los mejores lanzadores de falta con la zurda de todo el panorama futbolístico internacional, produjo un momento de magia individual que terminó en locura colectiva. Pero por mucho que el gol fuera una verdadera obra de arte nadie puede sorprenderse. Shunzu ya había anotado un tanto similar en el partido de ida y nos está acostumbrando a verlo como algo habitual. Sí, cuando le vimos correr hacia el balón debimos saber que lo más probable era el gol. Y es que fue más sencillo para el nipón clavar un disparo desde más de treinta metros a la escuadra que para Louis Saha convertir un penalti. De hecho, el francés no lo logró y condenó a su equipo a jugarse el pase en la última jornada ante el Benfica, igual que el año pasado. Pero esta vez será en Old Trafford, por lo que el desastre de Lisboa no debería repetirse. Mientrastanto, y gracias a ese enfrentamiento, el Celtic ya está matemáticamente en octavos de final. Los pubs de la mitad católica de Glasgow deben estar viviendo una fiesta tan espectacular que mejor no pensar en ello de la envidia que nos puede entrar.

Más conclusiones numéricas: si Arsenal y Oporto empatan en Dragao en la última jornada se meten los dos. Las suspicacias se alimentarán desde Moscú a medida que se vaya acercando el partido, aunque para los gunners sería una estrategia peligrosa propiciar un ritmo de partido bajo, pues quizá los portugueses no firmen el segundo puesto del grupo y vayan a por la victoria. A este escenario tan inesperado se ha llegado después de que el equipo de Jesualdo Ferreira destrozara al CSKA por las bandas -¡qué suplicio el de los dos carrileros largos del equipo ruso!- y de que el Arsenal reescribiera con un final feliz -¡por fin!- la misma película de siempre. Apareció Cesc Fàbregas con una asistencia memorable para meter a los de Wenger en el partido y Eboué confirmó la remontada con un tanto asombrosamente parecido al de Belletti en París. La contribución de Theo Walcott, que dio los pases del segundo y el tercer gol, fue una prueba más del brillante futuro que le espera al joven de Newbury, sobretodo porque respondió en un momento de enorme presión.

Y no podemos olvidarnos de dos detalles más en esta jornada de Champions. El primero, el milagro del AEK, que se coloca segundo a falta de una jornada. Serra Ferrer está haciendo historia en Atenas y puede rubricar la hazaña con una victoria en Bruselas. O si no, le vale con que el Lille no gane en San Siro. Por mucho que los rossoneri no se jueguen nada, no pueden seguir arrastrándose por los campos de Italia y de Europa como si nada fuese importante. Galliani dijo que Ancelotti terminaría la temporada con total seguridad, pero cada día es más difícil creerle. Y el segundo detalle que debemos subrayar es el partidazo que se ha marcado John Carew en el Bernabéu, ridiculizando con su potencia a la zaga madridista. Muchos se frotaban los ojos, pero el noruego recordó al que en su momento fuera uno de los atacantes más prometedores de Europa cuando jugaba en el Rosenborg.

martes, noviembre 21, 2006

Un ataque de terceras opciones

Las lesiones, esa plaga que se reproduce en la presenta temporada con una ferocidad posiblemente inédita, han debilitado también al Olympique de Lyon. El equipo de Gerard Houllier se juega esta noche en el Bernabéu el primer puesto de grupo y deberá recurrir en dos de sus tres posiciones de ataque a futbolistas que representan la tercera opción en el orden de preferencia del entrenador. Es el caso de John Carew, absolutamente relegado por Fred y Karim Benzema -hoy lesionados- en el puesto de delantero centro. O el del que resulte elegido para ocupar el extremo derecho ante las ausencias de Sidney Govou y Sylvain Wiltord. El ex técnico del Liverpool maneja varias alternativas para cubrir esas bajas: situar al lateral ofensivo François Clerc -que ya ha jugado en alguna ocasión en esa demarcación-, apostar por el joven Loïc Rémy -que se estrenó como titular el domingo en Sedan- o utilizar a un zurdo cambiado de banda como Hatem Ben Arfa -al que le gusta bastante arrancar desde la derecha para tirar la diagonal-. Y escoja lo que escoja, el once galo será altamente competitivo, lo que demuestra que el Lyon ya se encuentra entre los grandes del continente, pues es capaz de afrontar un duelo en Madrid sin cuatro de sus principales jugadores de ataque sin que el mundo se le venga encima.

Pero la jornada de Champions nos deja mucho más. Para empezar, CSKA y Oporto disputan un interesantísimo choque en Moscú del que estará muy pendiente el Arsenal, pues los tres equipos se juegan dos puestos sin que el pronóstico esté excesivamente claro. Los rusos deberán reproducir el alto rendimiento que están dando en Europa para noquear a un líder portugués que también llega en un buen momento, y deberán sobreponerse además a la resaca de Vladivostok, pues cuentan que en el largo viaje de vuelta el champagne corrió alegremente. Otro asunto que está causando polémica en el entorno del que fuera club del ejército son las acusaciones de compra de partidos que están surgiendo en las últimas semanas, sobretodo después de su más que polémica victoria 1-0 ante el Zenit de San Petersburgo el 5 de noviembre. Duro trabajo pues para Gazzaev y sus futbolistas, que deberán hacer un esfuerzo extra para centrarse en un partido de enorme importancia.

Y el otro plato fuerte de este martes apasionante es el Celtic-Manchester United. En pretemporada, los suplentes "red devils" se pasearon en Parkhead, pero la tensión competitiva del encuentro de esta noche garantiza que el choque sea mucho más duro para los titulares -y es que Ferguson quiere finiquitar ya el pase para evitar sorpresas y muy probablemente formará con el mismo once que ganó en Sheffield el sábado-. Gordon Strachan, que no mantiene una relación precisamente amistosa con el técnico del United, deberá sobreponerse a la baja de Gary Caldwell, el central que estuvo horroroso en Lisboa pero que está firmando una temporada notable. Los escoceses, que tienen la liga escocesa prácticamente sentenciada -le sacan quince puntos al segundo-, están ante el partido más importante de la temporada: si ganan tienen muchas opciones de terminar primeros de grupo, pero si pierden quedarán al borde de la eliminación.

lunes, noviembre 20, 2006

Espiando al Levski

Se viene hablando en Barcelona del partido del Levski desde hace ya varias semanas con un respeto inusual. No es habitual que la hinchada del Barça recele de equipos menores de ligas pequeñas, pero las lesiones que han sufrido algunos cracks ofensivos y lo trascendental del choque han provocado cierto nerviosismo. La frase “el partido del Levski se da por ganado pero hay que jugarlo y a mi me da miedo” la he escuchado en boca de más de un aficionado culé. Pero, ¿hay realmente motivos para la preocupación?

El campeón búlgaro es un equipo digno que el año pasado hizo una fantástica UEFA Cup, llegando incluso a los cuartos de final. Se mostró como un conjunto capaz de complicarle partidos a clubes de nivel medio-alto como el Schalke o incluso de derrotarlos (Auxerre, Marsella, Udinese y este año Lille). Sin embargo, y esta Champions lo demuestra, está lejos de los grandes del continente –hasta ahora ha coleccionado goleadas en un grupo con tres pesos pesados-. No está acostumbrado a medirse a cracks desequilibrantes y sufre horrores cuando el rival combina a gran velocidad. Por todo ello, y aunque debe mejorar bastante la imagen ofrecida en el Camp Nou, lo más lógico es que el Barça gane bien el miércoles en Sofía.

Para ampliar el análisis del Levski tuve la oportunidad de grabar el sábado 11 del presente mes de noviembre su partido de liga en el campo del Lokomotiv de Plovdiv. Hoy finalmente lo he visionado. Ganó 1-3, sin arrollar ni imprimir un ritmo alto, pero decidiendo por la mayor calidad de sus hombres de ataque y por un posicionamiento defensivo que le permitió no recibir prácticamente ni una sola ocasión de gol –además de la falta que supuso el tanto local, el rival sólo disparó una vez y sin acierto-. El técnico planteó el mismo sistema 4-2-3-1 que ya le vimos el año pasado en UEFA y durante la presente edición de la Champions, aunque con alguna pequeña novedad como la presencia del polivalente Stanislav Angelov –uno de los mejores jugadores del equipo- en el eje central de la defensa supliendo a Tomasic. El Levski formó con Petkov; Milanov, Topuzakov, S. Angelov, Lucio Wagner; Borimirov, Eromoigbe; Telkiyski, Bardon, Yovov; Ivanov. Este sábado ante el Lokomotiv de Sofía repitió la misma alineación con el único cambio de Domovchiyski por Ivanov en la posición de delantero centro, una modificación que tiene serias posibilidades de repetirse contra el Barça debido a la mayor velocidad del joven atacante. El partido dejó algunas conclusiones a tener en cuenta. De los dos laterales, Lucio Wagner es más preciso que Milanov, cuyas incorporaciones al ataque suelen terminar con envíos deficientes. A Topuzakov le cuesta sacar el balón jugado, de la misma forma que en el doble pivote tiene mayor claridad en la entrega Borimirov –obviamente- que Eromoigbe, que sin embargo es un jugador muy interesante. Cuando el equipo crea mayor peligro es cuando Bardon y Borimirov se asocian con alguno de los dos extremos, siendo Yovov el que tiene mayores recursos al dominar ambas piernas, lo que le permite siempre dos opciones de jugada. Él fue el jugador decisivo en ese encuentro en Plovdiv, anotando un gol de falta directa y otro en una jugada individual al contragolpe.

domingo, noviembre 19, 2006

El Pincha no se baja

Parece increíble, pero Estudiantes sigue aguantando la presión. Por mucho que Boca no falle, por mucho que la escandalosa derrota de Gimnasia en aquella reanudación para olvidar fuese un golpe muy duro, por mucho que su hinchada no pudiese apoyar anoche en Rosario. Por mucho que se llegase a los últimos minutos con 1-0 en contra. El equipo de Simeone se supera todas las semanas, aumentando la asombrosa serie de victorias -ya van nueve consecutivas-, haciéndolo cada vez más difícil si cabe. Hace siete días le ganó a River, ayer remontó en el descuento en la cancha de Newell's. Y lo hizo con un cabezazo de un joven enganche de 17 años que estaba debutando en primera, un tal Pablo Piatti, quizá un héroe si la temporada termina como el Pincha sueña. Se ha puesto de nuevo a un punto de Boca y esta noche alentará a Gimnasia Jujuy desde la distancia para que el equipo de Ricardo La Volpe no sume o, tampoco estaría mal, sume lo menos posible. Luego a Estudiantes le quedarán tres partidos, dos de ellos en casa -ante Rácing y Arsenal- y uno en el Diego Armando Maradona contra Argentinos. Tampoco es malo el calendario de los xeneizes -Colón y Lanús en La Bombonera, Belgrano fuera-, pero en La Plata siguen a lo suyo, centrados en conseguir los nueve puntos que restan. ¿No es de lógica pura que un equipo que gane los doce últimos partidos tiene que salir campeón?

sábado, noviembre 18, 2006

Campeón en Vladivostok

Para el CSKA, fue mucho más duro el viaje que el partido. El equipo de Valery Gazzaev precisaba tres puntos en las dos últimas jornadas de liga para revalidar su título de campeón de Rusia y la primera oportunidad se le presentaba en Vladivostok, a 6.430 kilómetros de la capital y muy cerca de la frontera con Corea del Norte. Era un desplazamiento mucho más lejano que cualquiera de los que pueda realizar en la presente Champions League. Y pese a que todos los partidos se jugaban simultáneamente al tratarse de la penúltima fecha, en algunos estadios era de día y en otros de noche. El pitido inicial sonó a las dos de la tarde, hora moscovita. También a las nueve de la noche, hora de Vladivostok.

El partido ha sido un paseo. Desde que Daniel Carvalho remató de cabeza un centro de Milos Krasic a los quince minutos, no ha habido color. El CSKA se limitó a esperar atrás a un Luch-Energia voluntarioso pero inoperante y lo destrozó a la contra, con el primer hat-trick de Wagner Love desde que llegó de Brasil. Con el 0-4 en el marcador a los sesenta minutos, la última media hora fue una dulce espera para poder celebrar el título, el tercero como campeón de Rusia y el décimo si contabilizamos los conseguidos en la Unión Soviética. El que fuera el equipo del ejército es además el primer club de Europa que se asegura la participación en la fase de grupos de la próxima Champions League y se confirma como la apuesta más sólida del Este en los torneos continentales.

jueves, noviembre 16, 2006

El nuevo fútbol del nuevo mundo

Hay quien apunta que el fútbol es un reflejo de la sociedad y a veces nos damos cuenta de que no le falta razón. En un mundo cada vez más cosmopolita y multicultural, en el que conceptos como nación o compatriota se revisan constantemente para actualizarlos de acuerdo con los nuevos tiempos, las consecuencias de la inmigración han llegado a este juego aparentemente tan inocente. El aficionado del siglo XXI ya no se sorprende porque en un Israel 3-4 Croacia más de la mitad de los goles los consigan jugadores nacidos a miles de kilómetros del país que representan (Roberto Colautti y Eduardo Da Silva). Ni que la defensa central de Suiza la conformen un chico con apellido español (Philippe Senderos) y otro natural de Costa de Marfil (Johannes Djourou). Ni que un gol de la selección alemana sub-20 lo construyan el hijo de un ghanés (Kevin-Prince Boateng) y un joven iraní (Ashkan Dejagah). Ni que a Raymond Domenech se le ocurra llamar para los "bleus" a un argentino que ni siquiera habla francés.

Hay muchos casos. Y mientras en algunos países el asunto ha generado debate (en Portugal con Deco, en Italia con Camoranesi, en México con los Zinha y Franco y algo menos en España con Senna), en otros lo han asumido como algo natural y aprovechan los beneficios que los nuevos conciudadanos pueden aportar a sus equipos nacionales. Francia ganó un Mundial y una Eurocopa con un equipo absolutamente cosmopolita e integrado por futbolistas de orígenes muy diversos. Suiza se está convirtiendo en una potencia en categorías inferiores a medida que va integrando a los jóvenes hijos de inmigrantes de diversos rincones del planeta. Y Alemania lucha para que los talentos turcos que nacieron en su territorio jueguen para la Manschaft y no para la patria de sus padres, sobretodo después de ver como se le escapaban los semifinalistas en Corea y Japón Ümit Davala, Yildiray Bastürk e Ilhan Mansiz, así como más recientemente el joven prodigio Nuri Sahin. Es el nuevo fútbol del nuevo mundo.

miércoles, noviembre 15, 2006

Balón de Oro 2006: una elección difícil

Si en las tres anteriores temporadas tenía clarísimo mi candidato al Balón de Oro (coincidí con el de Nedved en 2003 y reivindiqué los de Deco en 2004 y Lampard en 2005), esta vez no veo a ningún jugador como merecedor indiscutible del galardón. Los grandes favoritos tienen sus puntos a favor y sus puntos en contra. Otros que podrían entrar en quinielas deberían salir de ellas por graves lagunas -suficientemente graves como para no ser tenidos en cuenta en la elección final- (Ronaldinho por un Mundial y una final de Champions alarmantemente anónimos, Drogba porque sólo ha estado a un nivel estelar después de vacaciones, Toni porque no jugó competición europea y su rendimiento en Alemania fue discreto, Pirlo porque su año con el Milan ha sido flojo). Así que, por pura eliminación, nos quedan cuatro aspirantes básicos. Analicemos su 2006.

Gianluigi Buffon: Pieza fundamental en la Italia campeona del mundo, con intervenciones decisivas en las últimas rondas. Pocos discuten ya que se trata del mejor portero del planeta y algunos se atreven a señalarle como el mejor de toda una generación. Sería un candidato de peso si se contabilizara la cita de Alemania como el factor más importante, pero su presencia en la Serie B le hace bajar enteros.

Fabio Cannavaro: Imperial en el campeonato del mundo, para muchos -me incluyo- el mejor jugador del torneo. Buenas actuaciones en la Juve en el tramo final de temporada, aunque toda la polémica de corrupción las oscurece. Le está costando horrores adaptarse al Madrid. Como Buffon, contaría con muchas posibilidades si se decidiera que el Mundial es básico en la elección final.

Samuel Eto'o: Gran goleador del Barça campeón de liga y de Europa, siendo más decisivo que su compañero Ronaldinho. Los títulos y su protagonismo en ellos le convierten en un candidato sólido, pero su ausencia en el Mundial le resta puntos -por mucho que la clasificación la perdiera en 2005, está claro que no comparecer en la cita más importante, quizá la que más sume, es un hándicap-.

Thierry Henry: Magnífico en el tramo final de temporada del Arsenal subcampeón de Europa, alcanzando su máximo nivel de juego. Sin ser brillantísimo, su Mundial fue bueno, siendo decisivo en la primera fase, en cuartos y en semifinales. Ha bajado el rendimiento después de vacaciones. Ha tenido un año muy completo, pero perder dos finales puede jugar en su contra.

Lo dicho, ninguno le saca gran ventaja a los demás. Nos hemos centrado en el primer criterio de elección de France Football, que se refiere al conjunto de actuaciones individuales y colectivas durante el año en cuestión -y que a mi me parece el más importante-. Consideremos los otros tres para acabar de perfilar nuestro voto: clase del jugador (talento + fair-play), trayectoria histórica y personalidad. Si tienen que decantar la balanza, probablemente Henry salga como el mayor beneficiado, pues es el único que se ha mantenido entre los grandes candidatos al galardón en lo que llevamos de década y cumple sobradamente con los demás requisitos. Así que, si hay que desempatar, apostaré por el francés. E imitando a los corresponsales de la prestigiosa revista gala, daré mi puntuación: 5 para Henry, 4 para Eto'o, 3 para Cannavaro, 2 para Buffon y 1 para Klose.

lunes, noviembre 13, 2006

La rabona y la volea

Este artículo, cuyo título hace pensar más en un capítulo de algún manual futbolístico destinado a enseñar cómo se ejecutan dos gestos técnicos determinados, pretende subrayar los dos momentos más impactantes que, a juicio del editor de este blog, nos ha dejado el fin de semana en la materia que suele ocuparnos. Ambos se produjeron casi de forma simultánea el sábado por la noche, los protagonizaron dos centrocampistas ofensivos y decidieron partidos de enorme trascendencia.

A Alberto Aquilani (Roma, 7-7-1984) le venimos augurando un futuro interesante en el mundo del fútbol desde que se afianzó en la primera plantilla del club de sus amores en la temporada 2004-2005. Sin embargo, todos nos quedamos boquiabiertos cuando en el Milan-Roma de hace dos días se inventó una rabona memorable en los últimos minutos de un encuentro que estaba empatado. Hay rabonas y rabonas. Las hay que se utilizan para golpear el balón en una situación en la que sería más difícil hacerlo de forma convencional. Las hay que pretenden confundir al contrario. Y otras son meros adornos de jugadores más preocupados por el lucimiento personal gratuito que por la productividad colectiva. No sabemos qué propósito perseguía el centrocampista giallorosso, pero sí podemos decir que la suya fue enormemente inesperada. En un contragolpe que requería una circulación rápida de balón, Aquilani hizo algo que nadie había ni siquiera visualizado -con lo fácil que se ven los pases por la tele-. Abrió a la banda con el cuerpo girado engañando al mundo entero, firmando la acción más asombrosa que se ha visto últimamente en un campo de fútbol. Para que su gesto técnico pasara a los anales de la historia y no se perdiera en la memoria, la jugada requería terminar en gol. Mancini y Totti le hicieron ese favor a un chico que de pequeño soñaba con los ídolos que vestían aquella hermosa camiseta roja y que hoy ya tiene su porción de gloria en el imaginario colectivo de media capital de Italia y de todos aquellos que vibran con su equipo.

Mohamed Abo Terika (7-11-1978) fue una de las grandes estrellas de la última Copa de África. De hecho, en este blog le elegimos como el mejor jugador del torneo. El sábado su Al Ahly defendía el título de campeón de África en el partido de vuelta de la final de la Champions de la CAN en Rades ante el Sfaxien tunecino. El 1-1 de la ida hacía muy difícil para el club del Cairo conquistar una quinta corona continental que le igualaría con su eterno rival, el Zamalek, al frente de la clasificación histórica del torneo. El técnico Manuel José salió con un equipo bastante conservador, dejando en el banquillo a Emad Moteab. Al no poder contar ni con Shawki -sancionado- ni con Barakat -lesionado-, Abo Terika era la estrella indiscutible en el once inicial del campeón egipcio, que posee un espectacular récord de imbatibilidad en su país. A medida que el partido iba avanzando, el planteamiento visitante fue cada vez más ofensivo, hasta el punto de acabar el encuentro con sólo dos defensores. Aunque hizo méritos sobrados para conseguir adelantarse en el marcador, el Al Ahly pudo sentirse satisfecho de llegar a los últimos minutos con empate a cero, pues el árbitro asistente señaló tres fueras de juego inexistentes en situaciones muy favorables para los delanteros rivales. Cuando todo parecía perdido, un balón largo enviado desde la defensa lo prolongó Moteab y el rechace de la pelea entre Flavio y un central tunecino cayó en la pierna izquierda de Abo Terika, que empalmó una volea impresionante que se convirtió en el gol del título en el minuto 91. Como ya sucediera en la final de la CAN, el centrocampista ofensivo volvió a ser el hombre decisivo, convirtiéndose sin duda en el jugador más importante del continente -de los que siguen jugando en el continente, se entiende-. El Al Ahly, que por su nivel debería pelearle seriamente al Internacional de Porto Alegre la presencia en la final del Mundial de Clubes, festejó sobre el césped de Rades un título enormemente emotivo por la muerte el pasado mes de agosto del joven lateral izquierdo del equipo Mohammed AbdelWahab en un entrenamiento.

sábado, noviembre 11, 2006

Clase práctica del Dortmund en Bremen

Bien cerrado atrás -destacó Amedick-, con dos centrocampistas muy peleones que ahogaron la zona de creación rival -Kruska y Tinga- y con tres atacantes dispuestos a salir al contragolpe desde cualquier zona del ancho del campo -Valdez, Frei y Smolarek-, el Dortmund derrotó al Werder Bremen en el Weserstadion. Y aunque el líder de la Bundesliga acusara la baja de Baumann -sobretodo porque obligó a Frings a situarse como pivote defensivo, impidiéndole incorporarse al ataque con la regularidad habitual-, se estrellara contra un Weidenfeller portentoso y encajara tres goles en las pocas veces que le llegaron, se puede decir que van Marwijk le ganó la partida a Schaff. Anuló a Diego, cerró las bandas, tuvo más o menos controlado a Klose -que cada día es mejor delantero- y supo explotar la gran debilidad del Bremen: esa defensa adelantada a la que se supera con un pase en profundidad. Así llegó el 0-1, así llegó el 1-3 y así pudo llegar otro de Smolarek. Ante equipos con buenos pasadores y delanteros veloces, el Werder sufre muchísimo.

¿Y quién era el buen pasador del Dortmund? Ah, pues sí, por fin, apareció, asomó la cabeza, nos recordó que sigue existiendo y que tiene un talento prodigioso. Nuri Sahin, una de las promesas favoritas de este blog, al que le dedicamos varios artículos el año pasado (uno, dos, tres) disputó esta noche su primer partido como titular en la presente Bundesliga. El por qué estaba contando tan poco sigue siendo un misterio, aunque quizá se explique por el sistema elegido por el técnico esta temporada, un 4-3-3 en el que sólo cabe un centrocampista ofensivo, lugar que hasta ahora estaba reservado a Pienaar. El zurdito turco asistió con enorme clase a Valdez para que éste le sirviera en bandeja el primer gol a Frei, y luego sacó con rosca el córner del 1-2. Fatigado, fue sustituido a los sesenta minutos, pero una vez más había dejado muestras de su potencial infinito.

Este 1-3 abre la Bundesliga de manera espectacular. El Stuttgart podría colocarse líder en solitario el próximo domingo si gana en Hannover, pero antes el Bayern deberá pasar en Leverkusen una prueba durísima que podría relegarlo a la zona media de la clasificación o devolverle a tiro de piedra de la cabeza. Es lo que tiene este campeonato, mucho más igualado e interesante que en las ediciones anteriores.

jueves, noviembre 09, 2006

Jeonju sueña con el Barça

Jeonju, ciudad de 645.000 habitantes situada a dos horas y media al Sur de Seúl, capital de la provincia de Jeolla del Norte, es la sede del nuevo campeón de Asia. Del primer equipo del Este del continente que consigue el título de la Champions League, aunque eso tampoco tiene mucho mérito, porque el nombre de la competición cambió en 2003, justo después de que otro club coreano, el Suwon Bluewings, la ganara durante dos años consecutivos. Jeonju, el lugar del mundo en el que, desde anoche, se tiene un sueño: enfrentarse al Barça en las semifinales del Mundial de Clubes. Para ello, su Jeonbuk Hyundai Motors deberá derrotar al América de México en la primera ronda de un campeonato que en Corea ya se espera con fervor.

Ganar el título no ha sido tarea fácil. Ha costado, de entrada, muchos puntos en el campeonato de liga, en el que el Jeonbuk ha finalizado en la undécima posición sobre un total de catorce participantes. En el arduo camino hacia la gloria ha eliminado, por ejemplo, al Shanghai Shenhua y al Ulsan Hyundai, otro club coreano que sí ha sabido compaginar los dos torneos y está peleando el título nacional en el play-off final. Pero lo peor llegó ayer. Tras meterle un magnífico 2-0 al Al-Karama en la ida de la final, la visita a Siria se presentaba complicada, sobretodo teniendo en cuenta los antecedentes: el campeón de las dos últimas ediciones, el Al-Ittihad, ya les había ganado 2-0 en la ida, pero acabó derrotado al recibir un contundente 4-0 en el partido de vuelta. Parecía que anoche se repetía la historia cuando, a mediados de la segunda parte, el Al-Karama ya había logrado igualar la eliminatoria. Pero en los últimos minutos apareció el brasileño Zé Carlos para anotar el gol que le valió al Jeonbuk su primer título de campeón de Asia.

Cuentan los que lo han visto jugar que el Jeonbuk es un equipo muy disciplinado en defensa y que basa todo su fútbol de ataque en sus dos brasileños, el héroe Zé Carlos y la estrella del equipo, Rafael Botti, un media punta que se marchó a Corea tras jugar sólo una temporada en la primera división brasileña con el Vasco da Gama. Sólo un integrante de la plantilla acude regularmente a las convocatorias de la selección: el veterano central Choi Jin-Chul, titular en los Mundiales 2002 y 2006. Quizá sea el único jugador del equipo para el que la cita de Japón el mes que viene no sea el gran acontecimiento de su carrera.

miércoles, noviembre 08, 2006

Obra maestra de Eastwood

Podría ser el guión de una película de, pongamos, Clint Eastwood. Un chico de ascendencia gitana empieza a jugar a fútbol. Tiene cositas: le pega bien al balón y posee ese instinto rematador con el que nacen los goleadores. Juega en las categorías inferiores del Southend United, el equipo de una pequeña ciudad residencial de costa que queda cerca de su localidad natal, Basildon, ambas en el condado de Essex. El West Ham se fija en él y le ficha a los 18 años, pero al no entrar en los planes del primer equipo se marcha al Grays Athletic de la Conference, la quinta categoría del fútbol inglés, la que marca la frontera entre el profesionalismo y las ligas amateurs. Allí consigue anotar 37 goles en una temporada, por lo que atrae la atención de varios equipos de mayor nivel. Decide volver al Southend, por aquel entonces en la League Two, la cuarta división. Debuta el 16 de octubre de 2004 contra el Swansea City. A los ocho segundos consigue su primer tanto. Termina el partido con un hat-trick y la temporada con 24 dianas, la última de ellas decisiva en la final del play-off de ascenso ante el Lincoln. Segunda temporada, segundo ascenso: es el máximo artillero de la League One con 23 goles, en la que el Southend termina campeón. En verano un periódico inglés publica que el ya consagrado futbolista mantiene un pulso con el gobierno para que le permita seguir viviendo en su caravana, aunque él no lo confirma públicamente. Empieza la League Championship y el simpático equipo de Essex gana sus dos primeros partidos en casa. Pero llegan las dificultades y encadena doce partidos consecutivos sin conocer la victoria justo antes de recibir en octavos de final de la Carling Cup al Manchester United, imponente líder de la Premier League y vigente campeón del torneo en cuestión. El goleador de Basildon, 23 años, ídolo local en Southend-on-Sea, ha sido seguidor de los "red devils" durante toda su vida. En el minuto 27 lanza una falta directa de forma magistral que se clava en la escuadra. Sus compañeros, en un magnífico esfuerzo defensivo -especialmente el portero Darryl Flahavan, que le desvía varios trallazos a Cristiano Ronaldo- consiguen mantener el 1-0 hasta el final. Termina el encuentro, los hinchas invaden el campo y alguno hasta besa al héroe de la noche. A los pocos minutos, su foto aparece en la portada de Soccernet y su imagen celebrando el gol se va repitiendo cada cuarto de hora en Sky News. Hasta un modesto blog que se escribe desde Sabadell -¿qué tendrá que ver Sabadell con Southend-on-Sea?- le dedica un artículo. A él. A Freddy Eastwood.

martes, noviembre 07, 2006

Quaresma y la paciencia

En junio de 2003, la afición del Barça se ilusionó con la llegada de una nueva directiva que prometía devolver el club a la élite europea -es evidente, tres años y medio después, que lo ha conseguido, pero no vamos a analizar en este artículo la gestión de Joan Laporta-. Llegaron fichajes que, a priori, eran más que apetecibles. Como suele suceder en el fútbol, el porcentaje de acierto en el mercado ronda el cincuenta por ciento, por mucho que se trabaje con diligencia y se apueste por gente de talento. Si se improvisa y se contratan futbolistas a ciegas, el éxito es obviamente menor. A veces, jugadores muy capacitados y que han dado un gran rendimiento en otros equipos no se adaptan a su nueva vida y, por cuestiones en las que influye más el entorno que el deporte, sencillamente no funcionan. Aquel verano, el Barça superó ese cincuenta por ciento de acierto en sus seis fichajes básicos. Ronaldinho y Márquez, sobra decirlo, han dado un rendimiento excelente. Luis García y Giovanni van Bronkhorst cumplieron por encima del aprobado. Sólo dos fracasaron: Rustu Recber, muy desafortunado desde que se lesionó en la pretemporada, y un chico portugués del que se hablaban maravillas y que nunca acabó de cuajar en Barcelona. Un tal Ricardo Quaresma.

¿Fue un error del Barça pagar más de seis millones de euros por un futbolista que sólo logró ser titular en 10 partidos de liga y que anotó un único gol? Está claro que no rindió al nivel que se esperaba, pero probablemente no se tuvo paciencia con él. Iluminados por Ronaldinho, un crack que funcionó desde que aterrizó y deslumbró con su recital de gestos técnicos, quizá los técnicos blaugrana pensaron que no merecía la pena pulir los defectos de un extremo algo indisciplinado y que nunca llegaría a la altura del brasileño. Así que, tras un año más bien mediocre, el prodigio frustrado retornó a Portugal y fue incluido en la operación que llevó a Deco al Camp Nou. Vista la incidencia del ex del Oporto en el juego y los triunfos del equipo de Rijkaard, nadie podrá decir que la decisión fuese desacertada.

Ricardo Andrade Quaresma Bernardo (Lisboa, 26-9-1983) apareció en la primera plantilla del Sporting en la temporada 2001-2002, la del último título de liga de los leoninos. Rápido, espectacularmente técnico, prodigiosamente exquisito, enamoró enseguida a la hinchada. Al año siguiente le surgió un competidor de la misma academia de Alcochete, casi un gemelo. Cristiano Ronaldo, un año y medio menor, poseía prácticamente los mismos recursos futbolísticos, aunque el tiempo nos ha permitido observar algunas diferencias entre ambos. El del Manchester United es más demoledor en el desborde, el del Oporto quizá sea superior en el golpeo de balón. Pero si uno es un nueve en una faceta, el otro es un diez en la misma, y al revés. Los dos abandonaron el equipo por antonomasia del centro de la capital lusa el mismo verano, pero su suerte fue distinta. Quizá porque les trataron de forma desigual. Alex Ferguson se percató enseguida de que aquel chico de Madeira se gustaba demasiado y le enseñó a ser más útil para el equipo. Le reguló de forma milagrosa, a medio camino entre la dosificación y la confianza, y Cristiano empezó a crecer. En cambio, en Barcelona, Rijkaard dejó de creer en Quaresma y quizá antes Quaresma había dejado de creer en Rijkaard. Un año después de su salida del Alvalade, el fenómeno de Funchal triunfaba en la Eurocopa y el lisboeta parecía haber perdido el primer tren.

Pero trenes hay muchos, y siempre queda alguno por pasar. Ricardo sabía que tenía el potencial necesario para convertirse en la gran estrella de la Superliga portuguesa y se propuso dejar atrás los malos recuerdos del otro extremo de la Península Ibérica. Ganó la liga en la temporada 2005-2006, aprendiendo además a colaborar en las tareas defensivas, uno de sus puntos débiles hasta la fecha. Scolari no le llevó al Mundial, una decisión incomprensible tratándose del que había sido elegido mejor jugador del campeonato nacional. Pero los reveses le hacen más fuerte y Quaresma parece dispuesto a ganarse el reconocimiento internacional que no supo lograr en Barcelona. Hoy en día ya es el principal argumento para presenciar un partido de su liga, pues nos está acostumbrando a obsequiarnos cada semana con algún detalle estratosférico. Ante el Benfica se inventó uno de los mejores goles que se han visto en Europa en toda la temporada, y ayer clavó una falta con esa sencillez tan artística que sólo puede surgir de un talento privilegiado. Que llegue aún más lejos sólo es cuestión de paciencia.

lunes, noviembre 06, 2006

Londres es gigante y diversa

Dice Woody Allen en su última película que en Londres se conduce por el lado equivocado y se puede degustar buena comida india. Esta divertidísima afirmación, que evidentemente no pretende definir de forma global y precisa a la capital del Reino Unido, deriva, como tantas otras, de una percepción individual y subjetiva influenciada por los intereses y manías que tenemos todos los seres humanos. Un enamorado de la música destacaría la gran multitud de locales en los que se pueden escuchar actuaciones en directo. Un fanático del teatro tendría la agenda llena sólo acudiendo a representaciones de nivel. El trotamundos la recordaría como la ciudad cosmopolita de los mercados callejeros. Para nosotros, locos del fútbol, Londres es aquel lugar del mundo en el que te puedes montar en el metro y llegar a varios estadios distintos de la Premier League. La gran urbe en la que no domina un único equipo de fútbol, sino que tiene a sus habitantes repartidos entre la extensísima oferta existente.

Cuando llegó a Inglaterra, José Mourinho dijo que para un equipo de Londres era mucho más difícil ganar la liga debido al gran número de derbis ciudadanos que debía disputar. Quizá ayer por la tarde esa afirmación le volviera a la memoria al ver como el Tottenham derrotaba al Chelsea por 2-1 en un partido memorable. Quizá Arsène Wenger lo pensara también al sufrir la celebración de Alan Pardew que casi desencadena una pelea a puñetazo limpio y que refleja a las mil maravillas hasta qué punto los equipos menos grandes de la capital se motivan cuando les visita un vecino gigante. En un domingo futbolístico muy londinense, el West Ham noqueó al Arsenal de la forma más cruel que existe: marcándole en los últimos minutos en un contragolpe cuando estaba volcado buscando la victoria. Quizá Alex Ferguson, alegre por sus veinte años en el cargo y por los resultados que le iba regalando la tarde, se felicitara por entrenar en una ciudad industrial del noreste del país, tan ajena a las peleas entre barrios de una metrópoli que a veces se siente el centro del mundo.

El Arsenal, una vez más, se estrelló contra su desacierto. Thierry Henry no está tan inspirado como de costumbre y el equipo acusa el bajo momento de forma del jugador estelar que suele camuflar con sus excelentes números la ausencia de un delantero centro rematador. Ayer, además, Cesc estuvo bastante espeso -y eso es noticia visto el catálogo de actuaciones excelsas que suele ofrecernos durante toda la temporada-. Esto en el capítulo ofensivo. La defensa, bastante fiable, tiene un agujero permanente en la banda derecha siempre que Emmanuel Eboué se olvida de su labor fundamental, que es precisamente evitar que su carril se convierta en un pasillo de libre acceso para los rivales. Al en ocasiones brillante lateral marfileño -sólo en ocasiones- le pillaron doblando a Flamini a toda velocidad cuando Etherington neutralizó el pase y, tras pelear el balón con el francés, inició la carrera hacia el centro del gol de Harewood. Como no es ni la primera ni la segunda ni la tercera vez que ocurre, haría bien Arsène Wenger en insistir en las deficiencias defensivas de Manu para poder corregir a un futbolista de excelentes condiciones pero que todavía debe progresar mucho en varios aspectos del juego. Será interesante saber quién será titular en esta posición cuando Lauren se recupere.

En la batalla del Lane, el gran protagonista de la tarde fue Aaron Lennon, que nos regaló otro show de aquellos que tanto nos gustan. El control con el que deja clavado a Ashley Cole en el 2-1 es sencillamente espectacular. Michael Dawson, ese central que garantiza un recambio de garantías a Inglaterra para John Terry y Rio Ferdinand, había igualado con un gran cabezazo el tanto inicial de Makelelé. Los Spurs ganaron con justicia y hasta pudieron sentenciar antes, pero acabaron sufriendo con un exquisito zurdazo de Robben con efecto que se estrelló en el poste. Debe servirle esta victoria al equipo de Martin Jol para empezar a escalar posiciones y presentar una nueva candidatura a entrar en la Champions, el objetivo natural de una magnífica plantilla. Mientrastanto, su partidazo de ayer sirvió, igual que la victoria del West Ham, para enseñarle a aquellos aficionados que se hayan apuntado a la Premier recientemente que Londres es mucho más que el Chelsea y el Arsenal. Es gigante. Es diversa.

sábado, noviembre 04, 2006

El Stuttgart se reinventa con acierto

En la temporada 2002-2003, el Stuttgart enamoró a Europa con un fútbol de buen toque y de proyección ofensiva en el que los laterales se incorporaban casi como extremos. Su segundo puesto en la Bundesliga le valió participar en la Champions el año siguiente, y allí encontraron el reconocimiento del público y la crítica a nivel europeo. Incluso Thierry Henry, en una entrevista a Marca, citó al equipo de la capital de Baden-Württemberg como uno de los que más le gustaban en todo el panorama continental. El técnico de aquel conjunto era Felix Magath, que acabó marchándose al Bayern en verano de 2004. Como él, varios de los jugadores clave fueron abandonando la nave poco a poco al atraer el interés de clubes más ambiciosos. Es lo que suele sucederles a las entidades de nivel medio cuando consiguen formar plantillas fantásticas: el placer es efímero. Así, Alexander Hleb, Kevin Kuranyi, Philip Lahm y Andreas Hinkel emigraron progresivamente a Londres, Gelsenkirshen, Munich y Sevilla.

De aquel equipo, el único gran símbolo que permanece hoy en Stuttgart es el portero Timo Hildebrand. Tras varias temporadas de transición, en las que ni una importante inyección económica que permitió la llegada de futbolistas reconocidos como Tomasson o Gronkjaer o de un técnico mítico como Giovanni Trapattoni pudo reeditar los éxitos pasados, el Stuttgart parece haber encontrado por fin el relevo que le permita competir con los mejores. Y lo ha hecho de la mano de un entrenador muy poco conocido fuera de Alemania, Armin Veh, cuya única experiencia en la máxima categoría se limitaba a dos años escasos en el Hansa Rostock. La llegada de refuerzos como los mexicanos Pavel Pardo y Ricardo Osorio o el marfileño Arthur Boka, junto al gran momento de talentos alemanes como Thomas Hitzlsperger y Mario Gomez, han llevado de nuevo al club a los primeros puestos de la clasificación. Especialmente remarcable es el caso del joven hispano-alemán, que posee la doble nacionalidad al tener padre español pero que es internacional en categorías inferiores por su país de nacimiento -como sucede con Gonzalo Castro-. Ya ha anotado seis goles esta temporada y es el segundo máximo goleador del campeonato, sólo superado por el serbio Mirko Pantelic. Él abrió el camino de la victoria de esta tarde en Aachen (2-4). Él es la nueva estrella de un Stuttgart que ha sabido reinventarse y que ya es segundo en la Bundesliga.

jueves, noviembre 02, 2006

El 7-0 que vale un punto

Dijo Arsène Wenger anoche, tras el empate sin goles de su Arsenal ante el CSKA de Moscú, que los "gunners" habían realizado su mejor partido en la Champions League. No en esta edición, sino en todas. Que el resultado pudo haber sido un 7-0 y que hubo una división entera de diferencia entre un equipo y el otro. Viendo el partido nos damos cuenta de que, efectivamente, los londinsenses merecieron la victoria y fallaron lo que no está escrito, pero el discurso del técnico alsaciano en la rueda de prensa no pareció convincente. O al menos, no fue un consuelo para la hinchada del subcampeón de Europa, que ve peligrar muy seriamente su continuidad en la Champions -se jugará el pase en la última jornada en Oporto-. La falta de puntería se está convirtiendo en un problema más estructural que coyuntural, y el entrenador lo asume como un gafe del oficio, como un hándicap lógico de su elección de estilo. A Wenger le gusta tanto el toque que se olvida de la pegada, y así lo confirman sus últimos fichajes: Hleb, Walcott, Rosicky... Intentó solventar el problema del delantero centro con Adebayor, pero el togolés no ha firmado nunca grandes cifras. Es más bien un jugador de equipo. Otro.

Seamos sinceros: cuando el Arsenal se exhibe como en el 0-4 de Reading nos olvidamos de esa falta de nueve. Y nos parece fantástica toda la idea futbolística de Wenger. Luego, en partidos como el de ayer volvemos a soltar el discurso y reincidimos en la equivocación. No deberíamos ser tan rotundos en ninguno de los dos casos, pero es evidente que el fútbol a veces nos ciega con lo más reciente y nos hace perder la perspectiva global, que debería ser la más adecuada para los análisis completos. Creo que el Arsenal pone en práctica una propuesta futbolística muy atractiva y que además le ha reportado grandes éxitos desde que Wenger está en el cargo. Con ella se le ha considerado, en varios momentos, el mejor equipo de Europa en cuanto a nivel de juego. ¿Es perfeccionable este sistema? Probablemente con un nueve matador lo sería, pero tampoco podemos afirmarlo con rotundidad. Una de las claves del juego brillante del equipo es la constante movilidad de todas las piezas y el intercambio de posiciones. La introducción de un delantero centro estático podría romper esta tendencia, e incluso Henry podría no sentirse tan cómodo -ya que, no lo olvidemos, sus números con la selección francesa al lado de Trezeguet son sensiblemente inferiores a los que ha cosechado en el Arsenal sin un hombre de referencia a su lado-. Por lo tanto, parece que el propio Wenger prefiere no cambiar nada de su estilo, ya que de lo contrario habría fichado a un jugador de las características que hemos mencionado. Y las frustraciones como la de ayer las considera pequeños contratiempos aislados en medio de un proyecto global ganador. No seré yo quien le quite la razón.

miércoles, noviembre 01, 2006

Pues como se juegue en Atenas...

Ya no hay marcha atrás. El Barça-Chelsea se ha convertido en el duelo de máxima rivalidad del fútbol europeo, en el clásico continental contemporáneo, en la batalla favorita de este trozo de planeta. Lo confirmó la tensísima sexta entrega que se disputó anoche en el Camp Nou, lo evidenciaron los cánticos del público culé, lo plasmó la insólita celebración de Mourinho, ese gran provocador escandaloso, ese entrenador fantástico que, sin haber sido un jugador reconocido, ha conseguido convertirse en una de las grandes personalidades del mundo del fútbol. En un duelo que se aventuraba tactiquísimo, la clase individual de algunos futbolistas brillantes apareció para ir llenando de goles el marcador. Ronaldinho, de nuevo flojo en líneas generales en un partido de máxima exigencia, dejó un detallazo para asistir a Gudjohnsen en el 2-1. Frank Lampard, aquel medio centro cuya candidatura al último Balón de Oro asombró a todo aquel que no le había visto con regularidad, firmó un gol antológico sólo al alcance de los privilegiados, de los más grandes, de los que justifican la existencia de este deporte. Como Deco, como Drogba, como un partidazo que terminó en empate y que dejó a ambos equipos con la sensación de haber podido ganarlo. Un encuentro que debería acabar con el repetido discurso que afirma que el Chelsea es incapaz de llevar la iniciativa y de remontar un partido que se le pone cuesta arriba. En la Premier, domina casi todos los encuentros. Y demostró que también puede hacerlo en Europa cuando la ocasión lo requiere. Es un equipazo al que definen sus propios futbolistas: potencia, velocidad y clase. Y al que su entrenador le pone la guinda.

Si se cumple el pronóstico de muchos y Chelsea y Barça se reencuentran en la final -aunque el sorteo puede cruzarlos de nuevo en cuartos o en semis, ya que, contrariamente a lo que se suele oír, el reglamento sólo indica que dos equipos del mismo grupo no pueden enfrentarse en octavos-, el choque de Atenas podría llegar a una dimensión inimaginable. Sería el gran partido de todos los tiempos, sobretodo para aquellos para los que todos nuestros tiempos se limitan a veintipocos años. ¿Cómo serían las ruedas de prensa de Mourinho en la semana previa? ¿Qué cantarían las aficiones, una frente a la otra en el mismo estadio? ¿Cómo se canalizaría la tensión en el césped, añadiendo el título en juego al pique ya existente entre ambos equipos? Quizá tengamos respuestas. Sería una maravilla. ¿Y quién ganaría?